Compartimos con todos ustedes párrafos del libro «La muerte en Venecia» (que inspiró la película de Luchino Visconti) y algunas breves reflexiones en torno a libro y película aportadas por Patricia Aguirre, de Videoteca del Mirador.
“Aquel que ha contemplado la belleza está condenado a seducirla o morir”
Este texto representa para mi un verdadero plato fuerte de la literatura. Se trata de una novela corta, escrita por el autor alemán Thomas Mann, cuyo personaje central está inspirado en la vida del compositor Gustav Mahler, aunque, al parecer, posee (la novela) algunos elementos autobiográficos. En ella el autor plantea la búsqueda de la belleza, el conflicto moral que esa búsqueda le provoca y muchos otros temas, tratados a través de diversos simbolismos relacionados con el amor platónico, la corrupción moral y física, la muerte.
Un fragmento:
«Pero ¿crees acaso, querido mío, que algún día pueda obtener la sabiduría y verdadera dignidad humana aquel que se dirija hacia lo espiritual a través de los sentidos? ¿O crees más bien (te dejo la libertad de decidirlo) que es éste un camino peligroso y agradable al mismo tiempo, un auténtica vía de pecado y perdición que necesariamente lleva al descarrío? Porque has de saber que nosotros, los poetas, no podemos recorrer el camino hacia la Belleza sin que Eros se nos una y se erija en nuestro guía …».
Otro fragmento:
«Su rostro, pálido y preciosamente austero, encuadrado de cabello color de miel; su nariz, recta; su boca, fina, y una expresión de deliciosa serenidad divina, le recordaban los bustos griegos de la época más noble. Y siendo su forma de clásica perfección, había en él un encanto personal tan extraordinario que el observador podía aceptar la imposibilidad de hallar nada más acabado (pp. 140 y 141).
«Sobre el cuello que ni siquiera combinaba muy elegantemente con el traje, descansaba de manera incomparablemente encantadora la cabeza bella, la cabeza de Eros, de color de mármol de Paros, con sus cejas finas, sus sienes y sus orejas suavemente sombreadas por el marco de sus cabellos.
«‘¡Muy bien!’, se dijo Aschenbach con esa fina destreza profesional con que a veces los artistas disfrazan el encanto, el entusiasmo que les produce una obra de arte (p. 145).
«La visión de aquella figura viviente, tan delicada y tan varonil al mismo tiempo, con sus rizos húmedos y hermosos como los de un dios mancebo que, saliendo de lo profundo del cielo y del mar, escapaba al poder de la corriente, le producía evocaciones místicas, era como una estrofa de un poema primitivo que hablara de los tiempos originarios, del comienzo de la forma y del nacimiento de los dioses» (p. 149).
La novela fue escrita en 1911. En 1971 el director Luchino Visconti realizó la película, protagonizada por Dirk Bogarde. Pocas veces he visto una película que esté a la altura de la obra literaria que la inspira. El trabajo de Visconti, la elección de los actores, la fotografía, las locaciones en una Venecia moribunda, y la banda musical, principalmente compuesta por los Adagios de la 3ra. y 5ta. Sinfonías de Mahler, la hacen tan recomendable como leer la novela. Ambas son para no perdérselas. Quien quiera ver algo, he puesto un trailer de la película en el sitio Cinéfilos en Córdoba.
P.A.