Archivo de octubre 2009

«Spider», de David Cronenberg, en Cinéfilo Bar (Miércoles 28/10 – 21 Hs.)

27 octubre 2009

Llega a su fin nuestro repaso parcial por la filmografía del director canadiense David Cronenberg. En tal sentido, la próxima función de nuestro ciclo en Cinéfilo Bar consistirá en la proyección de “Spider”, un lúcido tratado sobre la locura protagonizado por Ralph Fiennes, Miranda Richardson, Gabriel Byrne y Lynn Redgrave. El relato cinematográfico que aquí propone Cronenberg va siguiendo los perdidos pasos del personaje principal por una Londres fantasmal, originando una atmósfera visual opresiva, resultado de una puesta en escena rigurosa y sin fisuras.

La impecable planificación, sumada a una cromática grisácea y a cierta morosidad narrativa, nos sumerge a fondo, sin subtramas distractivas, en la historia de Spider (situada temporalmente en los años ’60 y ’70), un hombre de mente frágil e inestable, que fue o cree haber sido, cuando niño, testigo del asesinato de su madre por parte de su padre. Spider pasará un largo tiempo en un hospital psiquiátrico; cuando reciba el alta y abandone la institución, se alojará en un mugriento hospicio de tránsito, localizado en el barrio de su infancia (el East End londinense) y a cargo de la señora Wilkinson, quien prácticamente lo ignorará. En este marco, Spider dejará de tomar su medicación, propiciando de esta manera que los fantasmas de su infancia comiencen a acosarlo. Las vallas mentales con las que intentó protegerse de lo que parece haber ocurrido tiempo atrás, empiezan a resquebrajarse. Descenderá entonces por el tobogán de la más terrible de las locuras.

Al reflexionar sobre el personaje, Cronenberg otorga la misma valoración a los sueños que a la realidad. Cree que ambos son igualmente genuinos, que los recuerdos y las distorsiones de la realidad se interrelacionan, se mezclan y tratan de prevalecer unos sobre otros (Ver más abajo “Cronenberg habla de ‘Spider’”). Considera haber concretado en este proyecto un ejercicio de introspección, de reflexión acerca de la locura y la memoria, compartiendo con Patrick McGrath, autor del libro en el que se basa la película, su interés por la exploración psicológica de las dificultades en las relaciones humanas, especialmente las familiares.

Lo que Cronenberg propone, en última instancia, es una reflexión en torno a los mecanismos mentales que suelen conducir a las personas al autoengaño, esa extraña capacidad humana de cambiar el pasado o, incluso, el presente, según lo que se quiera recordar o ver. “Spider”, en suma, nos llama la atención acerca de cómo podemos llegar a justificar nuestros actos reescribiendo mentalmente lo ocurrido.

Esta película se proyectará el miércoles 28 de octubre, desde las 21 horas, en Bv. San Juan 1020. Los esperamos.-

SPIDER

spider7

Dirección: David Cronenberg.

Países: Reino Unido, Francia y Canadá.

Año: 2002.

Duración: 98 min.

Guión: Patrick McGrath y David Cronenberg; basado en la novela de Patrick McGrath.

Música: Howard Shore.

Fotografía: Peter Suschitzky.

Intépretes: Ralph Fiennes (Dennis ‘Spider’ Cleg), Gabriel Byrne (Bill Cleg), Miranda Richardson (Yvonne / Señora Cleg / Señora Wilkinson), Bradley Hall (Joven Spider), Lynn Redgrave (Señora Wilkinson), John Neville (Terrence), Gary Reineke (Freddy), Philip Craig (John).

Sinopsis:

spider5

Con su habitual elegancia siniestra, el canadiense David Cronenberg nos propone un inquietante viaje al interior de la mente de un esquizofrénico. Dennis Cleg, conocido como Spider por su extraña afición a tejer telas con hilos, como si de una araña se tratase, está a punto de ser dado de alta, tras pasar años en una institución psiquiátrica. Pero antes tiene que recluirse una temporada en un hospicio. Allí es ignorado por la gobernanta, lo que provoca que no tome la medicación que le impedía evocar supuestos sucesos trágicos de su infancia, los mismos que lo habrían empujado a la locura. Spider cree desde niño que su madre ha sido asesinada por su padre, y que luego éste la sustituyó por una impostora. Sueños, recuerdos y alucinaciones surgen continuamente de su interior mientras trata de descubrir la verdad.

Cronenberg habla de «Spider«

Algunas críticas describieron a «Spider» como uno de los films más contenidos y ascéticos de su carrera, ¿usted también lo ve así?

-No, creo que me entendieron mal. La ausencia de insectos, vísceras o sangre no significa un cambio en mi estilo o en mis búsquedas. Es una película de terror sin los condimentos típicos del cine de terror. El enfoque puede ser distinto, porque el eje está puesto en la incursión en la mente del personaje de Spider, pero sigo con las mismas obsesiones de siempre.

-¿Cómo trabajaron con Ralph Fiennes el personaje central, especialmente porque los vericuetos de su mente son la clave de la película, y él está casi todo el tiempo en pantalla?

-Cuando leí la novela de Patrick McGrath me impresionó mucho, me dejó en estado de shock y, una vez que conseguí los derechos, nos pusimos a trabajar con Patrick en el guión durante mucho tiempo porque tenía dudas sobre su posible transposición al cine. Fiennes -un actor que me interesa mucho- accedió a interpretar a Spider. Se metió en asilos y se entrevistó con esquizofrénicos, pero yo le dije que no se preocupara demasiado porque no se trataba de un documental riguroso ni de un estudio clínico. Prefiero indagar dentro de nosotros mismos para encontrar algo genuino y creíble y no basarme en experiencias ajenas. De hecho, jamás utilizamos el término «esquizofrenia» dentro del set de filmación. Pero el compromiso de Fiennes era fundamental en este caso, porque es una película de actores, no de efectos visuales.

-El film tiene elementos del género de suspenso, pero el énfasis está puesto en el tortuoso viaje interior del protagonista…

-Sí, hay un elemento misterioso que se revela al final, pero antes que nada me interesaban los dilemas psicológicos y filosóficos de la novela, que son mucho más complejos. Me propuse escarbar en el universo interior de un personaje enigmático, frágil, incómodo, fluctuante, poco seductor, que hasta tiene un lenguaje y una forma de comportarse muy particulares.

-Es un personaje ideal para trabajar uno de sus temas favoritos: los cruces entre realidad y ficción.

-Claro, las alucinaciones, las pesadillas, las percepciones de Spider, me permitieron volver a la eterna batalla entre la realidad y los sueños. Además, los recuerdos de infancia son siempre distorsionados y a mí eso me interesaba mucho, especialmente en el caso de un personaje como Spider, que intenta sacarse el peso de unas experiencias tan dolorosas como las que carga en su cabeza desde niño. Es como un personaje salido de una obra de Samuel Beckett, pero con todos los libros de Sigmund Freud adentro y en un contexto kafkiano. Una combinación explosiva.

Extractado de un artículo publicado por el diario La Nación en mayo de 2002:

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=399704

spider4

«Pizza Birra Faso», de Adrián Caetano y Bruno Stagnaro, en Cinéfilo Bar (Jueves 22/10 – 22 Hs.)‏

22 octubre 2009

Cinéfilo Bar y Videoteca del Mirador

invitan a la siguiente función:

24 horas de Cine Nacional 1

Este jueves 22 de octubre, a las 22 horas, en Bv. San Juan 1020, tendrá lugar la proyección de la película «Pizza Birra Faso» (1997), de Adrián Caetano y Bruno Stagnaro, actividad prevista en el marco de la inciativa denominada «24 Horas de Cine Nacional», la que habrá de desarrollarse entre el 21 y el 27 del presente mes, a instancias del Cineclub Universitario de la UNC y con la participación de algunos integrantes de la red de cineclubes independientes de la provincia de Córdoba.

«Pizza Birra Faso«

(Argentina, 1997)

Pizza birra faso

Dirigida por Adrián Caetano y Bruno Stagnaro, con Héctor Anglada, Jorge Sesán, Pamela Jordán y Walter Díaz.

FUNCIÓN:

Fecha: Jueves, 22 de octurbre de 2009

Hora: 22:00

Lugar: Cinéfilo Bar

Calle: Bv. San Juan 1020

Ciudad: Córdoba, Argentina

Sinopsis de la película: El Cordobés vive con sus tres amigos y su mujer embarazada, Sandra, en la misma casa. Esta banda de adolescentes marginales pulula por Buenos Aires viviendo del robo pero siempre dependen de alguien que los emplea y les quita la mayor parte del botín. La filosofía de vida del Cordobés y los suyos parece ser que mientras no falten la pizza, cerveza y cigarrillos, todo es soportable.

Comentario:

Adrián Caetano y Bruno Stagnaro se conocieron en junio del ’95, a caballo de la primera edición del compilado Historias Breves. Allí estaba Guarisove, de Stagnaro, probablemente el corto más comercial (no en el peor sentido) de los ocho, y Cuesta abajo, de Caetano, indudablemente el mejor de todos. Los unieron una pizza y una birra, cuentan ellos, cuando estaban en un bar del centro y se les ocurrió apurar los detalles de un guion conjunto para competir en un concurso convocado por el INCAA. En apenas dos semanas bocetaron Pizza, birra, faso, que filmaron con escuetos 400 mil dólares y se convirtió en la gran sorpresa de la temporada. Lo que los unió, en el fondo, es una concepción del cine por la que rara vez apuestan las producciones criollas. O mejor: el espanto ante ese paquete de convencionalismos al que se alude como «típico cine argentino» cada vez que se quiere descalificar, rápido pero fundadamente, a tantas películas locales. Stagnaro y Caetano se propusieron concretar un film sin recurrir a «mensajes» edificantes injertados a la fuerza, y nutrirlo de gente que hable como la gente y no, precisamente, como los personajes del «típico cine argentino». Puede decirse que lo lograron.

Ahí están el Cordobés, Pablo, Sandra, Frula y Megabom, los cinco marginales que ocupan el centro de la narración. La decisión de hacer convivir a los actores, no profesionales ellos, durante tres meses antes del rodaje se tradujo en un argot naturalista (tal vez algo excedido en el uso del «boludo»). Las acciones, más que los diálogos, van mostrando a estos chicos como lo que son: delincuentes de pequeña monta a la pesca de botines magros, instalados en el centro de una urbe hostil. Victimarios del ingenuo pasajero al que le arrebatan la billetera en connivencia con el taxista (una modalidad muy presente en las crónicas policiales), y hasta del cantor tullido al que le sustraen la modesta recaudación del día. Pero víctimas del patrón de turno, al que reverencian como «jefe», y que se queda con la mayor parte del botín. Y del hospital público, que no los atiende si no es mediante el pago de «bonos solidarios». Y del policía aquel que, en la mejor secuencia del relato, hace la vista gorda ante la falta de papeles de un automotor (y ante los chumbos) para quedarse con 50 pesos… del asalto a un restorán. Pizza, birra, faso hace asco de condenas y condescendencias fáciles. Está filmada a ras del suelo, literal y metafóricamente. Con la cámara vagabundeando, como si fuera un integrante más, junto a la banda por una Buenos Aires igualmente marginal, con autos reventados, fachadas que se caen a pedazos y todas las facciones que suelen quedar fuera de los encuadres.

Los protagonistas cultivan una especie de amoralidad ingenua. Comparten una casa tomada, paran al pie del Obelisco, roban para subsistir (esto es: pizza, birra, faso) y, después de cada afano, quedan tan desposeídos como antes. El film extrae buena parte de su fuerza de esa rigurosa puesta en escena que sugiere que en cada marginal hay un muchacho como cualquier otro… sometido a un devenir salvaje. Ni el Cordobés (impulsivo y algo más protagónico que el resto), ni Pablo (el único medianamente reflexivo), ni Megabom y Frula (los más inexpertos) son completamente responsables de sus actos. Pizza, birra, faso muestra de qué modo los asfixia doblemente –en tanto jóvenes y expropiados– el «modo de vida» actual (¿puedo decir «capitalismo»?): sufren las penurias de la desocupación sumadas a un hambre de aventuras que jamás podría saciarse dentro del circuito laboral.

Por imperio de las circunstancias –no de flojos artilugios de guion– lo que tienen por delante es un panorama trágico. Por eso cuando deciden emanciparse de los «jefes» se asoman a un abismo, a un final que no se duda abrupto aunque no se sabe en qué momento los alcanzará. Hasta entonces, una subtrama sentimental (algo menos consistente que la trama callejera) convertirá a Sandra en la militante de una vida distinta. Está embarazada del Cordobés y sueña con un trabajo y un hogar «decentes» para ellos. Sus ilusiones la apartarán del grupo para llevarla a la casa de su padre, cuya condición de bruta bestia parece la mejor excusa para retornar a la intemperie. Las lealtades internas, en tanto, crecerán hasta ponerse a prueba en el raro, intenso clímax, un sangriento tiroteo en un ambiente de bailantas. Con la alegría tropical sonando a todo trapo, y esos trágicos destinos jugándose los últimos cartuchos en un combate desigual

Guillermo Ravaschino

http://www.cineismo.com/criticas/pizza,%20birra,%20faso.htm

«Crash – Extraños Placeres», de David Cronenberg, en Cinéfilo Bar (Miércoles 21/10 – 21 hs.).

21 octubre 2009

En el marco de la propuesta del presente mes de octubre de nuestro ciclo en Cinéfilo Bar, continúa el recorrido por parte de la más que interesante filmografía de David Cronenberg, cuyo próximo eslabón es la película “Crash – Extraños Placeres”. Se trata de la adaptación de una novela del escritor James G. Ballard, en la que el actor protagónico, James Spader, interpreta a un hombre (personaje llamado James Ballard, por obra y gracia del particular humor cronenberguiano) que se ve involucrado en un accidente de auto para luego ingresar de lleno en un oscuro territorio de conductas morbosas que buscan explorar las conexiones entre choques, sexualidad y muerte.

Novela y película parecen postular, usando el automóvil como metáfora, que ante la desconexión sentimental que implicaría la primacía de la tecnología en el mundo moderno, los seres humanos se ven compelidos de manera obsesiva a reinventar la sexualidad y el amor, con la intención de recuperar la noción de placer y afecto en los vínculos interpersonales. Claro que esta tentativa puede implicar cierta forma de (auto) masoquismo por referencia al propio cuerpo, mutilaciones, tatuajes, cicatrices e implantes cibernéticos. En este marco, la instancia más elevada de placer, a modo de orgasmo máximo y final, podría ser la muerte misma. Es probable que este sea el sentido de una frase recurrente dentro del filme: «Tal vez la próxima, tal vez la próxima …”.

Esta enigmática y provocativa realización de David Cronenberg, ganadora en Cannes ‘96 del premio especial del jurado, se proyectará el miércoles 21 de octubre, a las 21 horas, en Bv. San Juan 1020.-

«CRASH – EXTRAÑOS PLACERES«

(Crash – 96 min.)

Crash fotograma

* Director: David Cronenberg

* Idioma: Inglés (con subtítulos en castellano)

* Guión: David Cronenberg (Basado en el libro de J. G. Ballard)

* Fotografía: Peter Suschitzky

* Música: Howard Shore

* Intérpretes: James Spader, Holly Hunter, Elias Koteas, Deborah Kara Unger, Rosanna Arquette y Peter Macneill.

Sinopsis:

crash 2

A sus treinta años, el productor audiovisual James Ballard y su mujer, Catherine, buscan nuevas formas de alcanzar placer sensual y recrear y alimentar su amor de pareja. Acostumbrados al riesgo en su vida sexual, un accidente de automóvil los llevará a un mundo más extraño y tortuoso que el que conocen. Una noche, regresando a casa después del trabajo, James estrella su coche contra el de Helen. Ambos son ingresados en un hospital tras haber experimentado una extraña atracción el uno hacia el otro instantes después del choque. Tras el accidente, en la vida de James se abrirá una nueva puerta que lo conducirá a un mundo prohibido, dominado por un oscuro juego de peligro, sexo y audestrucción, suerte de práctica macabra y perversa en el que mucho tendrá que ver la perturbadora presencia de Vaughan, quien cultiva el extraño y necrófilo pasatiempo de recrear accidentes automovilísticos de famosos.

Comentario:

Catherine: La cámara avanza por un hangar entre relucientes avionetas hasta que muestra a Catherine, ésta, detenida frente a uno de los aparatos, descubre su pecho y lo coloca suavemente contra la fría chapa. Un hombre llega hasta ella y la besa en el cuello, en el culo y la toma por detrás.

James: Alguien busca a James por un plató, la cámara avanza hasta la puerta de la Camera Room y James responde sacando su cabeza de entre las nalgas de la bella asistente de cámara, la chica está tendida boca abajo sobre la fría mesa de despacho y sus manos acarician la metálica maleta de cámara.

Catherine y James: En la terraza de su lujoso apartamento, la pareja habla lánguidamente de sus respectivas experiencias sexuales del día: no se han corrido, «Maybe the next one…» dice tristemente Catherine por dos veces; y en la misma terraza James la toma por detrás. Ella apoya la palma de su mano contra la barandilla de aluminio, y la grúa avanza hasta encuadrar la autopista de innumerables carriles bajo el edificio en el que vive la pareja.

Ochenta minutos después, James y Catherine yacen en una verde cuneta de la autopista junto a su coche accidentado y lamentándose no haber muerto en el accidente: «Maybe the next one…» repite ahora James, y mientras la cámara los encuadra juntos en un gran plano general, hacen el amor (ahora quizá sí), y se aleja lentamente tal como al inicio nos había llevado hasta ellos.

…………

Crash fotograma 2

La distancia que separa el arranque, de una tensión subyugante, y el final del film es la distancia que separa a la hastiada pareja en búsqueda incesante de algo que se escapa en su relación y la pareja que ha encontrado su razón de ser y lamentando —y ahí reside la ironía del extraño happy end propuesto por Cronenberg— no haber llegado más lejos todavía: quizá hasta la muerte en la búsqueda del placer (1). En medio, Cronenberg nos propone una extremada reflexión sobre el carácter de la sexualidad, plasmada sin autocensuras y sin acudir a la simplicidad de ciertos lugares comunes tan habituales, haciendo salir a la superficie todos sus aspectos: incluidos la distancia que separa al amor del sexo, y su poder destructor y adictivo… y en todas las permutaciones que le posibilitan sus personajes (parejas, tríos, relaciones homosexuales masculinas y femeninas…); y ya de paso otorga a las escenas de sexo toda la entidad que precisan, situándolas en primer término, como el punto de retorno estructural del film, siendo éstas las que lo hacen avanzar y lo dotan de un sentido, y no como una mera guinda para espectadores fetichistas deseosos de ver los cuerpos desnudos de sus estrellas preferidas.

El viaje hacia la verdadera unión de la pareja lo muestra Cronenberg de la mano de Vaughan, un freak visionario especialista en accidentes de coche, que junto a su trouppe (2) se dedica a investigar y reconstruir los más célebres accidentes de coche (James Dean, Jayne Mansfield, Marcel Camus …) y que sostiene que en ellos el hombre moderno ha encontrado una psicopatología benévola: los accidentes como un evento más fecundador que destructivo y que suponen una liberación de energía sexual de intensidad imposible de alcanzar de otro modo; así recurrirán a ellos, provocándolos si la ocasión se tercia, como motor de unas relaciones sexuales más intensas y si se me permite la expresión, más puras.

Cuando al inicio del film James sufre un accidente de coche, frente a él a través de los cristales hechos añicos aparece Helen Remington quien al tratar de quitarse el cinturón de seguridad, en movimientos espasmódicos similares a los del coito, descubre involuntariamente su pecho izquierdo. Esta turbadora imagen irá cobrando todo el sentido de perversión que propone Cronenberg a medida que profundizamos en el mundo de Crash, y que se revelará cuando en el primer encuentro sexual entre James y Helen en el parking ésta se destape ese mismo pecho para James.

El film avanza entre los descubrimientos sexuales de la pareja y su progresiva fascinación por la figura de Vaughan. Descubrimientos que son puntualizados regularmente, como una motivo musical que regresa una y otra vez, por las relaciones sexuales de James y Catherine (que irán aumentando en intensidad, en desnudez emocional y física), y sobretodo, avanza a través de sus miradas, entre anhelantes y asustadas, fascinadas por lo que encuentran en su viaje. Cuando la pareja aprenda todo lo necesario, y tome de Vaughan todo lo que éste les puede ofrecer (las dos escenas sexuales más intensas son las que éste tiene primero con Catherine en el lavado automático y luego con James en su coche), Vaughan desaparecerá precipitándose sobre un autobús al carril inferior de la autopista y ellos quedarán para cumplir su deseo de conducir un coche con historia (el accidentado coche del propio Vaughan) con el que James embestirá por detrás a su mujer en busca del placer último.

El viaje es evidentemente, múltiple, además de estructural y argumentalmente, la película de Cronenberg evoluciona sonora y visualmente: Desde la fragmentación de los cuerpos reducidos a meros signos del placer, que propone en su doble presentación de James y Catherine disfrutando por separado de las relaciones sexuales, hasta la unión física y espiritual —aunque enferma y desencantada en gran medida— que alcanzan en el limpio plano general del final de la película. Del mismo modo es interesante constatar que la repetición de los elementos metálicos, fríos, las superficies brillantes de los coches y sus luces, se transformarán, aunque sólo sea por un instante en ese turbador plano final, con la abrumadora aparición de la hierba verde (ni siquiera un prado, tan sólo una cuneta). De igual modo la estupenda banda sonora de Howard Shore se conduce en el mismo sentido. Sin estridencias ni evidencias, irá introduciendo sobre la base de guitarras eléctricas (tratadas con un brillo especialmente metálico) poco a poco la calidez, aunque todavía metálica, de un instrumento de viento (un oboe quizá) y la aparición finalmente de las cuerdas (esta vez sí, la cálida madera) primero como fondo distorsionado bajo el manto de guitarras eléctricas con la aparición de Vaughan (3) y finalmente imponiéndose como único instrumento en el ya comentado hasta la saciedad (perdón) plano final.

Las texturas y modos de Cronenberg devienen en Crash los más fríos y analíticos de su cine; parece como si el dispositivo quirúrgico preparado para Inseparables (Dead ringers, 1988) eclosionara aquí con toda su fuerza. Ya desde los créditos, construidos a base de haces de luz azul como faros de coches en la noche, se extiende un helado manto metálico que recorre todo el film. Todas las escenas harán hincapié de un modo u otro en los objetos metálicos que los personajes poseen o deben utilizar, ya sean los hierros que le implantan a James en la pierna, como las muletas, o los anillos y pulseras de Catherine, las piernas ortopédicas de Rosanna Arquette y por supuesto la carrocería de los coches… Crash se impone así, como una de las películas más inquietantes e intensas de Cronenberg, su tendencia hacia una abstracción analítica, la reducción a meros volúmenes de la figuración, y en general de todo lo accesorio, conduce inevitablemente a la concentración obsesiva en sus personajes (4) y de igual manera, el tratamiento de los espacios (esos exteriores con vocación de interiores: hangares, aparcamientos, coches …) sumamente realistas aún estando estilizados en extremo, logran que lo que pueda haber de extraño en los comportamientos y emociones de sus personajes se revele también con mayor intensidad. Si una película puede ser ardientemente gélida es esta.

Ángel Santos

(1) Como sí la alcanzará Vaughan. Un impagable, otra vez más, Elias Koteas.

(2) En una escena de una perversión muy Cronenberg, toda la «familia» se excita unida viendo un documental sueco sobre pruebas de colisión de autos.

(3) En una escena paralela a la persecución en coche de Vertigo (Alfred Hitchcock, 1958), aquí Vaughan se interpone entre la pareja.

(4) Más distanciados que nunca; en especial la misteriosa figura de Deborah Kara Unger.

http://www.miradas.net/2005/n44/estudio/crash.html

Crash

«24 Horas de Cine Nacional», del 21 al 27 de octubre de 2009 – Provincia de Córdoba.

18 octubre 2009

La Jornada “24 Horas de Cine Nacional” tiene por objeto la exhibición de producciones cinematográficas nacionales con el fin de promover el acceso de la comunidad a estas obras. El objetivo último de la Jornada es fortalecer los vínculos de la Universidad con el medio local y contribuir al desarrollo de la expresión audiovisual en nuestro país. Se espera de esta forma favorecer el reconocimiento de expresiones culturales propias mediante la concreción de un evento de alcance nacional.

En éste sentido, la Universidad Nacional de Córdoba a través de su Cine Club Universitario coordina los eventos a realizar en el ámbito de la provincia de Córdoba en conjunto con los Cine Clubes: Juan Oliva, 9 Reinas, Cinéfilo Bar, Videoteca del Mirador, Quirino Cristiani, Coliseo, La Linterna Mágica y El Eternauta.

Miércoles 21 de octubre

Córdoba | Cárcel Bower / Mujeres
PELÍCULA: POR SUS PROPIOS OJOS
Directora: Liliana Paolinelli
Invitada: Mara Santucho (Protagonista)
Organiza: Cine Club Universitario

Jueves 22 de octubre
Córdoba | Cárcel San Martín
PELÍCULA: LUNA DE AVELLANEDA
Director: Juan José Campanella
Organiza: Cine Club Universitario

21 hs | Córdoba | Casona Municipal
PELÍCULA: LA PARTE DEL LEÓN
Director: Adolfo Aristarain
Organiza: Cine Club El Eternauta

22 hs | Córdoba | Bv. San Juan 1020
PELÍCULA: PIZZA, BIRRA, FASO
Director: Adrián Caetano y Bruno Stagnaro
Organiza: Cine Club Cinéfilo / Videoteca del Mirador

Viernes 23 de octubre
18 hs | Córdoba | El Subsuelo del Pabellón Argentina
PELÍCULA: POTESTAD
Director e invitado: Luis César D’Angiolillo

22 hs | Unquillo | Av. San Martín 1505
PELÍCULA: LA ORILLA QUE SE ABISMA
Director: Gustavo Fontán
Organiza: Cine Club Quirino Cristiani

Sábado 24 de octubre
15 hs | Córdoba | Villa La Vaquita Echada. Bº Ampliación Cerveceros y Cárcano
CORTOS DE CINE DE ANIMACION
Organiza: Cine Club 9 Reinas

22:30 hs | Córdoba | Av. Richieri esq. Concepción Arenal
PELÍCULA: GENTE EN BUENOS AIRES
Directora: Eva Fainsilberg Landeck
Organiza: Cine Club Juan Oliva, Ciudad de las Artes

Domingo 25 de octubre
19 hs | Bell Ville | San Martín 52, 3er. Piso.
PELÍCULA: RR LA COSECHA AMARGA
Director e invitado: Martín Gruttadauria (por videoconferencia)
Organiza: Cine Club Coliseo

20 hs | Río Ceballos | Salta 55
PELÍCULA: LA FE DEL VOLCÁN
Directora: Ana Poliak
Organiza: Cine Club La Linterna Mágica

22 hs | Río Ceballos | Salta 55
PELÍCULA: REGRESADOS
Director e invitado: Flavio Nardini
Organiza: Cine Club La Linterna Mágica

Martes 27 de octubre
Córdoba | Cárcel Bower / Hombres
PELÍCULA: NO SOS VOS, SOY YO
Director: Juan Taratuto
Organiza: Cine Club Universitario

24 Horas de Cine Nacional en Córdoba.

«La vida de Brian», en el colegio San José (Jueves 15/10 – 19 hs.).‏

14 octubre 2009

Cine en el Sanjo

JUEVES 15/10 – 19 HORAS – SOL DE MAYO 726

Este jueves 15/10, desde las 19 horas, se llevará a cabo una función de cine en el colegio secundario «San José», sito en Sol de Mayo 726, Alto Alberdi, con la proyección de la realización de origen británico «La vida de Brian», película satírica del grupo de comedia «Monty Python», estrenada en 1979 y dirigida por Terry Jones, con guión de Terry Gilliam, John Cleese, Michael Palin, Graham Chapman, Eric Idle y Terry Jones.

La actividad es abierta a todo el público con entrada «a la gorra».

«LA VIDA DE BRIAN«

Director: Terry Jones

Título original: Monty Python’s Life of Brian

Género: Comedia

Duración: 94 minutos

Actores: Terry Gilliam, Graham Chapman, John Cleese, Eric Idle, Terry Jones, Michael Palin, Kenneth Colley.

Sinopsis:

El evangelio según Monty Python: En Judea, un niño ha nacido en un pesebre cerca del lugar, y casi en la misma fecha, que Jesucristo. Tres sabios del Este se confunden creyendo que se trata del esperado Mesías, pero pronto averiguan que sólo es, de hecho, un desamparado campesino llamado Brian. Sin embargo, la vida de Brian habrá de significar una gran conmoción para el Imperio Romano.

‘La vida de Brian’, la obra maestra de los Monty Python

La vida de Brian

En 1979 el más conocido grupo de cómicos televisivos a nivel mundial (cuya fama se queda cortísima al lado de su potencial), los Monty Python, parieron una de las comedias más divertidas que nos ha dado el cine. Su particularísima visión del mito de Jesucristo es interesante, invita a alguna reflexión y por supuesto constituye uno de esos hitos del humor absurdo que hacen que el espectador no pueda escuchar algunas líneas de diálogo porque está demasiado ocupado soltando carcajadas de la escena anterior.

‘La vida de Brian’ está dirigida por Terry Jones, que también dirigió ‘Eric el vikingo‘ y codirigió junto a otro genio, Terry Gilliam (aquí le veremos como actor), las otras dos películas más emblemáticas del grupo: ‘Los caballeros de la mesa cuadrada‘ y ‘El sentido de la vida‘. Está protagonizada por los habituales miembros del grupo cómico, que como suele ser habitual dan vida a muchos personajes diferentes cada uno a lo largo del metraje, siendo Graham Chapman el elegido para interpretar a Brian, el equivalente aquí de Jesucristo; nótese que Brian no es nuestro Jesús, sino un tipo que nació el mismo día y que debido a las circunstancias lleva una vida similar. El guión es obra del grupo al completo, y como nota curiosa estuvo financiada por George Harrison.

La mejor escena de toda la película

He conocido personalmente a gente que desprecia ésta película por considerarla insultante hacia sus creencias católicas, la tachan de poco menos que herejía o blasfemia. Personalmente, considero esta actitud precisamente una blasfemia, no contra Dios sino contra la inteligencia. Es poco menos que estúpido tratar de encontrar en el humor absurdo de los Monty Python una tesis que pueda resultar hiriente. Brian no es Jesús, la clave de humor es más que evidente, no creo que nadie pueda negar que lo que busca no es adoctrinar sino simplemente divertir, y por si ésto fuera poco tengamos en cuenta que incluso en el caso de que alguien quisiera tomarse en serio lo que la película cuenta, quizá debería quedarse con el mensaje de buen humor y alegría que representa todo lo que hacen los Monty Python (recordemos Always look on the bright side of life) antes que cuestiones sin importancia como si Brian es crucificado por una razón u otra.

La película narra toda la vida de Brian, un tipo que tuvo la mala suerte de nacer el mismo día que Jesús, y que durante sus treinta y tres años de vida ha sido confundido con el mesías en multitud de ocasiones, hasta que finalmente las circunstancias acaban por condenarle a la crucifixión. Se trata de un torrente absolutamente delirante de situaciones a cuál más increible que desatan la carcajada de forma casi obligatoria, mientras recorremos los lugares y situaciones más emblémáticos de la historia que conocemos de Jesús.

Tomado del sitio «Cartelera 10»


«M. Butterfly», de David Cronenberg, en Cinéfilo Bar (Miércoles 14/10 – 21 Hs.).

12 octubre 2009

La próxima entrega de nuestro ciclo de los días miércoles en Cinéfilo Bar, en la continuidad del repaso a la más que interesante filmografía del realizador David Cronenberg, consistirá en la proyección de “M. Butterfly” (1993), película en la que el canadiense, con su habitual economía narrativa, pone en escena una historia de misteriosos recovecos. Se trata de un singular relato cinematográfico que detenta la capacidad de provocar una disparidad de sensaciones en el espectador, poseedor de una belleza indescifrable y cuyo visionado termina por convertirse en una experiencia embriagante e inolvidable.

“M. Butterfly” se basa en la obra de teatro del escritor norteamericano de origen chino David Henry Hwang, un celebrado drama que ganó el premio Tony a la mejor obra en 1988, y cuyo argumento se inspira en un caso real. La frase de la obra de Hwang “Sólo un hombre sabe cómo debe actuar una mujer” fue la que disparó el interés de Cronenberg por llevar a cabo el respectivo proyecto cinematográfico.

“M. Butterfly” examina hasta qué punto la mente humana puede condicionar su propia percepción de la realidad, en una variación del tema de la división mente/cuerpo a la que el director es tan afecto. Sin embargo, el filme introduce una serie de elementos (ambientación exótica, acontecimientos históricos, motivaciones políticas) que para entonces podían considerarse nuevos en la obra de Cronenberg y que mostraban claramente su evolución, ya iniciada con “Pacto de Amor”, en la que los horrores físicos se sustituyen por horrores psicológicos.

La puesta en escena de la especial relación de amor que ocupa el centro de la historia en “M. Butterfly” asume un ritmo moroso y se plasma en encuadres equilibrados y elegantes, acompañados por una exquisita y conmovedora música incidental en la banda sonora, compuesta por el talentoso Howard Shore, habitual colaborador de Cronenberg. Son elevados, también, los aportes en cuanto a fotografía y dirección artística, rubros que sin dudas contribuyen a la excelencia de esta realización.

Al comienzo de la película, vemos un primer plano de una partitura y una mano que enciende la luz del atril, apareciendo nítidamente el título de la obra Madame Butterfly. Esta sencilla imagen establece el punto de partida del filme y el universo conceptual en el que Cronenberg inserta su narración: Vamos a asistir a una representación, a una función de teatro creada por la mente de Gallimard y protagonizada por él mismo, en la que el diplomático, en el afán de alimentar su ego masculino, decide enamorarse de una fantasía más que de una persona.

“M. Butterfly” cuenta con el valor añadido de tener como protagonista a ese extraordinario actor que es Jeremy Irons. Cronenberg no dudó en asignarle al intérprete inglés el papel de Rene Gallimard, elección que ostenta una curiosidad: Hasta ese momento, ni el actor había trabajado más de una vez con un mismo director, ni el cineasta había repetido protagonista a lo largo de su carrera (Irons había protagonizado la anterior realización de Cronenberg, “Pacto de Amor”, de 1988. Esta circunstancia volvería a darse años después con Viggo Mortensen, protagonista de “Una historia violenta” y “Promesas del este”, las últimas películas conocidas de David Cronenberg).

La función en la que se proyectará esta sugerente e imaginativa realización “cronenberguiana” tendrá lugar el miércoles 14 de octubre, en el horario de las 21, en Bv. San Juan 1020. Los esperamos.-

“M. Butterfly”

M. Butterfly

Título original: M. Butterfly

Año: 1993

País: EE.UU.

Director: David Cronenberg

Género: Drama

Guión: David Henry Hwang (A partir de su propia obra teatral)

Música: Howard Shore

Fotografía: Peter Suschitzky

Reparto: Jeremy Irons, John Lone, Barbara Sukowa, Ian Richardson, Annabel Leventon, Shizuko Hoshi, Richard McMillan, Vernon Dobtcheff.

Sinopsis:

m-butterfly

Basada en hechos reales, narra la historia de amor entre Rene Gallimard, un diplomático francés destinado en China en los años 60, y una fascinante y misteriosa diva de la ópera de Beijín, Song Liling, que consigue ocultarle durante muchos años un importante secreto. La misteriosa cantante seduce y atrapa al diplomático en un apasionado juego que incluye varias sorpresas. David Cronenberg, uno de los mayores cineastas canadienses, se aparta aquí de las variaciones del horror físico (tema recurrente de su primera etapa como realizador) para trasladar al cine la obra teatral de David Henry Hwang, que reincide en una preocupación muy actual: las posibilidades de los roles sexuales. Si en las anteriores películas de Cronenberg el horror nacía en el cuerpo para modificar los procesos mentales (“La mosca” sería el ejemplo más acabado), en esta realización es claramente la mente la que transforma la realidad que rodea al protagonista. Pero en el momento mismo en que el frágil universo de éste se desmorona y lo hermético de su subjetiva percepción deja paso a la realidad, portadora de una verdad que le resulta insoportable, es entonces cuando la tragedia inevitable termina imponiéndose.

Análisis:

“TÚ ERES MI BUTTERFLY” (*)

butterfly1

David Cronenberg adaptó esta premiada obra teatral de Broadway, ganadora de tres premios Tony, desligándose, sólo en apariencia, de sus trabajos anteriores, pues sus principales inquietudes escénicas fueron intensamente desarrolladas en esta exultante M. Buttterfly que circunscribe la debilidad de Cronenberg por los miedos internos, la transformación corporal del hombre y los oscuros fondos de la mente humana, una de sus creaciones más redondas, bellas y misteriosas, una historia que oprime, asfixia, subyuga el alma haciendo cómplices de su ambigüedad romántica a un espectador aferrado, intrigado por los pliegues de un imprescindible Jeremy Irons en el pellejo de un diplomático francés misteriosamente enamorado, hechizado, por una enigmática diva de la opera de Pekín, Song Liling, una relación tortuosa que llevará a Rene Gallimard a las cloacas del dolor ardiente, el impulso que roza la locura hasta implantarse en la ceguera de un amor indescifrable.

Cronenberg dilata la psicología de sus criaturas sin manipulaciones ni opulencias, trepando por los sentimientos de una manera turbadora, con la atmósfera adecuada y los componentes concretos, encarcelando sus peones con mano elegante, mitificando el entorno de una China nocturna y clandestina, inundada de secretos regados por el comunismo, la histeria internacional de una guerra inmediata, la revolución cultural o el espionaje integrista, el mismo que da encuadre al espacio que Cronenberg aplica a su metamorfosis parasitada, infectando las entrañas de una espiral obstruida por el llanto de una enfermiza necesidad de dependencia.

M. Butterfly es una tragedia con síntomas de embrión operístico, con un equipo exquisito de colaboradores, a los que su director considera familia cinematográfica, la fotografía del genial Peter Suschitzky (El imperio contraataca), contrastada en los lujosos escenarios monumentales de China o París con los interiores claustrofóbicos rodados en estudios de Toronto, con la sensual música de Howard Shore en una composición frágil y sugerente perfectamente acompañada de fragmentos de la inmortal ópera de Puccini, y la entregada, mística, interpretación de sus actores, una cinta estremecedora construida en los terrenos virales de un artista desbordado de aptitudes, un Cronenberg apetitosamente purificado.

(*) Fragmento de un comentario aparecido en el sitio FilmAffinity:

http://www.filmaffinity.com/es/review/44443204.html

Jeremy Irons en "M. Butterfly".

Jeremy Irons en "M. Butterfly".

«La zona muerta», de David Cronenberg, en Cinéfilo Bar (Miércoles 07/10 – 21 Hs.).

7 octubre 2009

Comenzamos a recorrer la edición de octubre de nuestro ciclo en Cinéfilo Bar, que consistirá en la proyección de 4 películas del relevante cineasta canadiense David Cronenberg. La primera de ellas es “La zona muerta” (1983), inmejorable adaptación para la pantalla grande del best seller homónimo escrito por Stephen King, protagonizada por Christopher Walken, quien realiza aquí una labor actoral de alto vuelo. Cronenberg, sin dejar de ser fiel a la fuente literaria, logra llevar la novela de King a su propio terreno, proporcionándole a la narración su inconfundible sello, obteniendo una puesta cinematográfica compacta y sin fisuras.

“La zona muerta” nos cuenta la historia de Johnny Smith, feliz profesor de literatura en un instituto de Nueva Inglaterra, con una hermosa novia y muchos planes para el futuro. Tras un accidente automovilístico que lo deja al borde de la muerte, pasará cinco años en coma. Cuando todos lo dan ya por irrecuperable, Johnny abre los ojos. El mundo a su alrededor ha cambiado: su novia se ha casado con otro y tiene un bebé, y las percepciones de Johnny también se han modificado. Se ha despertado la zona muerta de su cerebro. Ahora, al tocar a la gente, Johnny puede ver sus futuros, meterse en sus mentes. Esta habilidad tan inoportuna para el pobre Johnny lo llevará a enfrentarse con grandes peligros, que amenazan su vida, la de su ex novia, y la del mundo entero.

Excelente película de un gran realizador, «La zona muerta” es fundamentalmente un drama que condensa en su argumento elementos de romance, de policial, de denuncia política, fantásticos, históricos, psicológicos, y cuyo desarrollo narrativo incluye oportunos y logrados momentos de suspenso e, incluso, impactante gore, todo envuelto en una atmósfera de nostalgia y melancolía que conmueve hasta las paredes y que se vincula con la tremenda soledad del personaje central. Podría decirse, en última instancia, de que estamos en presencia de un relato “cronenberguiano” hasta la médula, centrado en los sentimientos, dudas, temores y angustias de los personajes principales, que cautiva, emociona y, con la noble colaboración de la música de Michael Kamen, nos comunica una estremecedora tristeza.

La función en la que se exhibirá “La zona muerta” se realizará el miércoles 7 de octubre, a las 21 horas, en Bv. San Juan 1020. Los esperamos.-

La zona muerta

(The Dead Zone)

La zona muerta poster

Estados Unidos – Canadá, 1983. 103′

Director: David Cronenherg.

Productor ejecutivo: Dino De Laurentiis.

Guión: Jeffrey Boam, según el libro de Stephen King.

Fotografía: Mark Irwin, en color.

Diseño de producción: Carol Spier.

Música: Michael Kamen.

Montaje: Ronald Saoders.

Sonido: Bryan Day.

Vestuario: Olga Dimitrov.

Intérpretes: Christopher Walken (Johnny Smith), Brooke Adams (Sarah Bracknell), Martin Sheen (Greg Stillson), Sean Sullivan (Herb Smith), Jackie Burroughs (Vera Smith), Tom Skerrit (sheriffBannerman), Herbert Lom (Dr. Sam Weizak), Anthony Zerbe (Roger Stuart), Nicholas Campbell (Frank Dodd), Colleen Dewhurst (Henrietta Dodd), Geza Kovacs (Sonny Elliman), Peter Dvorsky (Dardis), Barry Flatman (Walt), Simon Craig (Chris Stuart), Cindy Hinds (Natalie).

Comentario:

Martin Sheen, en "La zona muerta".

Martin Sheen, en "La zona muerta".

Aunque en principio pudiera parecer que David Cronenberg no era el director ideal para llevar a la pantalla la quinta novela publicada por Stephen King, “La zona muerta”, la visión del filme evidencia que el cineasta supo llevar a su terreno la historia del hombre señalado por el destino para, tras un accidente, despertar con poderes de precognición que no desea. Cronenberg hace de la novela su particular lectura, y, sin traicionar el sentido del original literario, del que se hace una versión bastante fidedigna, consigue escribir con su propia caligrafía sobre los temas que tanto le interesan: el deterioro físico, pero sobre todo moral, el desmoronamiento interior, son, también, asuntos sobre los que trata la película, como ya había hecho en su anterior filmografía, desde “Scanners” a “Videodrome”, pasando por “Vinieron de dentro de…” o “Cromosoma 3”; no digamos de su obra posterior a ésta, filmes como “La mosca”, “Inseparables”, “M. Butterfly” o “Crash”; ello, por supuesto, además de los temas propiamente aportados por el texto kingiano: la fatalidad del destino, el amor desairado por sucesos incontrolables, la capacidad de hacer el bien con poderes sobrenaturales, la dura carga de soportar algo tan pesado como la facultad de ver el futuro de los demás, el complejo de culpa por ser visto como un monstruo por las personas «normales».

Pero finalmente el tema fundamental aportado por King, y conducido solventemente por Cronenberg, es la plausibilidad, incluso el derecho a intentar modificar el futuro cuando éste se presenta meridianamente negro. Se lo pregunta Smith a su médico, el Dr. Weizak, un afectado por la Segunda Guerra Mundial: ¿mataría a Hitler si pudiera viajar en el tiempo, con lo que sabe que hizo el dirigente nazi? El médico hace lo que parece una versión libre del juramento hipocrático: “mi vocación es salvar vidas, me gusta ayudar a las personas, las quiero, así que, sí, mataría a ese hijo de puta”, viene a decir, venciendo las últimas dudas morales de Smith con respecto a lo que sabe que tiene que hacer, acabar con Stillson, político corrupto y demagogo que habría de llegar a la Casa Blanca y desde allí desencadenar un holocausto nuclear.

Ése es, pues, el tema último de la película, aunque, como hemos visto, no el único. Es más, se diría que no es el asunto que más interesa a Cronenberg, sino más bien la ruina que se produce en la vida tranquila y sin sobresaltos de este joven profesor con novieta virgen porque «hay cosas por las que merece la pena esperar», cuando un sino malhadado le roba, en primer lugar cinco años de su vida, después su único amor, más tarde la vida de su madre y, encima de todo, le carga con un peso que no desea llevar, un estigma que servirá para hacer el bien en algunos casos, aunque para otros sea una maldición, pero que progresivamente irá comiéndose, literalmente, lo que le resta de vida, hasta abocarlo a una decisión heroica: o matar al futuro genocida o vivir con la certeza de que el mundo tiene sus días contados y él, que lo sabe, no ha hecho nada para evitarlo.

Toda la película, pero sobre todo las primeras secuencias, están impregnadas de una sensación de fatalismo, desde la tarea que encarga el profesor Smith a sus alumnos («os gustará, trata de un profesor perseguido por un demonio sin cabeza»), de alguna forma una hermosa pero tétrica metáfora de lo que a él mismo está a punto de sucederle, hasta la extraña sensación que le invade cuando circula a toda velocidad, con su novia, en la montaña rusa, una especie de premonición no sustanciada. A este fatalismo que ya no se separará de todo el filme no es ajena tampoco la lírica pero decididamente melancólica partitura compuesta por Michael Kamen, una banda sonora inquietante sin estridencias, misteriosa y bella, así como la fotografía de Mark Irwin, que se recrea en los níveos paisajes de la ficticia Castle Rock y de otras ciudades (ficticias o no) de Nueva Inglaterra, un universo blanco apenas cortado por la sangre de la escena final, cuando se desencadena la tragedia que venía presagiándose durante toda la película.

“La zona muerta” es una notable obra, plenamente autoral de Cronenberg, que no traiciona en ningún momento el sentido de su carrera, tan interesante siempre, y al mismo tiempo plenamente kingiana, por existir evidentes puntos de intersección entre las obsesiones del director y del autor de la novela, sin por ello perder homogeneidad temática. Cinematográficamente hablando es formidable, espléndidamente realizada por un cineasta que ya empezaba a ser considerado como lo que es, uno de los más fascinantes y personales autores de las últimas décadas.

Enrique Colmena

Publicado en el sitio CRITICALIA – Revista española de opinión cinematográfica

http://www.criticalia.com/critica-zona-muerta-1583

Crishtopher Walken, en "La zona muerta"

Christopher Walken, en "La zona muerta".

«Cronenberg y sus enigmas existenciales – 4 películas del director canadiense».

6 octubre 2009

Ciclo de Videoteca del Mirador en Cinéfilo Bar: Los miércoles a las 21 horas – Bv. San Juan 1020

Cronenberg

Videoteca del Mirador propone para el presente mes de octubre, en el marco de su ciclo de los días miércoles en Cinéfilo Bar, cuatro excelentes películas de David Cronenberg (Toronto, 15 de marzo de 1943), realizador canadiense de una impronta artística muy personal. Los títulos a exhibirse son “La zona muerta” (07/10), “M. Butterfly” (14/10), “Crash” (21/10) y “Spider” (28/10).

Ciclo Cronenberg Octubre/09

“Stalingrado”, de Joseph Vilsmaier, en el colegio San José (Viernes 02/10 – 19 Hs.).

1 octubre 2009

Cine en el Sanjo

Ciclo «¿Cine bélico?» – Proyección de la película «Stalingrado» (Alemania, 1992, 130 min.), de Joseph Vilsmaier: Viernes 02/10, 19 horas, Sol de Mayo 726, Alto Alberdi. Actividad abierta a todo el público con entrada a la gorra.-

«Stalingrado«

Sinopsis:

stalingrad

Riviera italiana, finales de 1942. Un grupo de soldados alemanes recién llegados de la batalla del Alamein, disfrutan de unos días de descanso antes de ser enviados al frente ruso para combatir en la batalla que se convertirá en la mas sangrienta y cruel de la segunda guerra mundial. Este es el punto de partida de «Stalingrado», película de esmerada puesta en escena que narra el asedio a esta ciudad rusa por parte de tropas alemanas, tratándose de una de las mayores superproducciones de la historia del cine teutón.

Comentario:

Hay obras que, a pesar de sus méritos fílmicos o narrativos, pasan sin pena ni gloria y reducen su ámbito de acción a unos incondicionales que, con cucharas de plata, paladean el néctar del buen cine.

Stalingrado rememora la más cruel batalla de la Segunda Guerra Mundial (y de todas las guerras). Unos breves títulos de crédito nos ponen en situación, proporcionando breves datos sobre la acción. Pasamos a la verdadera acción: Los hombres en combate. Stalingrado es una película coral sobre personajes anónimos abocados al sin-sentido de la guerra. Simplemente, están allí por ser alemanes. Alejados de otras cintas con marcados contenidos políticos, la acción se Stalingrado se ceba en la humanidad de las trincheras y los sinsabores de unos personajes muertos ya antes de comenzar el filme.

Recuerda un personaje su último regreso a casa:

-Todos me eran extraños, cuando estaba con ellos sólo pensaba una cosa: Regresar al frente. Éste es mi hogar.

Vencer o morir, como reza el conocido lema. Tras una primera ofensiva, el batallón queda mermado, los rusos ya habían vencido, ahora sólo quedaba hacer la «guerra de guerrillas». A los soldados alemanes sólo les resta buscar una esperanza y evitar morir de frío. Los coros se elevan por encima de los disparos, ciegos, ecos de la batalla. El soldado apura el cigarrillo, el teniente comparte el último cigarro con la tropa.

Stalingrado, dirigida por el alemán Joseph Vilsmaier, continúa el viejo proyecto que quiso llevar a la pantalla Sergio Leone (que murió sin poder realizarla). Alejado de toda tendencia política, es una película valiente sobre el verdadero valor de la guerra. Tenemos pocos o ningún dato de la batalla (gracias a Dios todos olvidamos los libros de texto). Es el gran acierto del filme, que jamás se pierde en explicaciones tácticas. No tenemos datos del avance ruso (apenas unos datos sobre las maniobras y la misión suicida del pelotón), pero sentimos en nuestras carnes al compañero muerto. Hay que levantarse, mañana espera otra batalla.

El animal sale de su madriguera, allí está bien alimentado, tiene vino añejo y presas candentes. Es la imagen del que no tiene enemigo, salvo los elementos, aliados del ruso, en su espíritu indomable. La nieve se derrite, algunos han comprendido.

La cinta roza la candidez despiadada en sus interpretaciones. Sin concesiones, como la potencial cinta de Sergio Leone. Muy en la línea de otro ilustre (Kubrick), la película está perfectamente apoyada por una banda sonora que nos recuerda a Albinoni en los ritmos leves, un violín en medio del estruendo, dicotomía y paradoja. Brutal y sincera, Stalingrado no es una película de guerra como una película que narra la historia de unos personajes en la guerra. El guión logra a la perfección sus pretensiones, sin caer en el sentimentalismo que sí se deja ver en otros apartados.

Desde la colina, un disparo silva. Los muertos se miran, esperando la liberación.

Martín Cid

http://www.martincid.com/Stalingrado.php