Archivo de marzo 2010

Acerca de «Avatar», de James Cameron.

7 marzo 2010

Los avatares culturales del imperialismo

O cómo hacer del sentimiento antinorteamericano el rescate de una industria en quiebra

Avatar, el film de James Cameron, transcurre en 2154 en Pandora, un planeta rico en minerales, habitado por los Na’vi –unos humanoides azules que miden tres metros de altura y que tienen una armoniosa relación con su naturaleza– a los que un ejército de ocupación terrícola quiere desalojar de una región en la que abunda el unobtanium, cuyo precio es de 20 millones de dólares por kilo. El mineral es carísimo en la tierra porque allí se han agotado otras fuentes de energía.

La presentación del ejército de mercenarios que responden directamente a los intereses privados de la empresa de extracción de minerales remite inmediatamente al imperialismo, pero no sólo al concepto, hasta un niño dirá de ellos: “son los yanquis”. La identificación con los humanoides azules demorará segundos en producirse.

Al realismo en la descripción de los ocupantes imperialistas se contrapondrá el relato fantástico de un mundo desconocido, pero semejante, ideal de una tierra sin saqueadores. Y, encima, entre el realismo y la fantasía triunfará la fantasía.

La película suscitó la adoración de Evo Morales, quien añora en ella el ideal del indigenismo. En el cuadro de una serie de roces diplomáticos de Estados Unidos con China (Google, Dalai Lama, etc.), se acusó a la burocracia de prohibirla –cuando se trata de que se limitan a proyectarla en salas 3D. Las repercusiones políticas llegaron hasta el reclamo de ayuda a Cameron por parte del pueblo indígena de los Dongria Kondh de la India – están luchando por defender su tierra contra una minera empeñada en destruir su montaña sagrada, situación casi idéntica a la del film.

Estas repercusiones y las emociones que crea el film suelen producir la pregunta acerca del porqué el imperialismo (Hollywood) realiza un film en su contra. Ciertas miradas complacientes tienden a otorgarle al realizador del film la capacidad de una cruzada personal, independiente.

Pesimista con la humanidad, optimista con el capital

Algunos comentaristas literarios del film han advertido que en la adopción de la condición Na’vi por el héroe humano existía un rechazo a la humanidad, el reconocimiento de un fracaso de la especie. No se detuvieron, claro, a indagar en el profundo pesimismo sobre la humanidad que supone pensar un 2154 en el cual la especie no se haya desprendido del capitalismo.

Ocurre que el pesimismo de largo plazo está motorizado por la colaboración brindada al capital en el corto plazo. Avatar no es el producto de un genio artístico individual, independiente y librepensador. “La película fue co-financiada por las compañías Ingenious Film Partner y Dune Capital Management. Es decir que el riesgo no era sólo de Cameron y la Fox (…) Entre los socios en el lanzamiento del film está Coca Cola, por lo tanto su inversión publicitaria no depende sólo del estudio de cine. Para el New York Times esa alianza es algo compleja y esgrime que el costo real sería mayor: 500 millones por los costos acumulados que algunos socios están poniendo sobre la mesa” (El Cronista).

El sentido de esta apuesta millonaria reside en la instalación de una nueva forma de ver cine (en tres dimensiones) que constituye el rescate de un negocio a la deriva, ya que la distribución y exhibición cinematográfica en salas ha sido debilitada por otras formas de acceso a la producción (dvd, piratería, Internet, etc.). “Le prometimos a James Cameron que, una vez filmada la película, nos aseguraríamos de que hubiera una adecuada plataforma 3D”, comentó Michael Lewis, CEO de RealD. “Había 150 pantallas 3D en Europa a comienzos de 2009. Actualmente hay 1.150”, completó (ídem).

La necesidad de Hollywood de apelar al sentimiento antinorteamericano de los pueblos para rescatar su negocio y su dominación cultural habla a las claras de la escasez de recursos políticos en los que los ha colocado la crisis mundial. Ese sentimiento poderoso, que hoy con el consumo de Avatar rescata un negocio, está intacto. Mañana se identificará con pueblos de carne y hueso, y tendrá que acabar con este y todos los negocios capitalistas antes de 2154.

Julián – Ojo Obrero

http://www.po.org.ar/node/24008

Entrevista a la directora Claudia Llosa

7 marzo 2010

Claudia Llosa es una joven directora de cine peruana (nacida en Lima, en 1976), que a la fecha ha realizado dos películas, a saber, «Madeinusa» (2005) y «La teta asustada», esta última galardonada con el Oso de Oro en la edición 2009 del Festival de Berlín y candidata al Oscar a mejor película de habla no inglesa (Es la otra realización procedente de América Latina que obtuvo dicha nominación, junto a la argentina «El secreto de sus ojos», para la edición 2010 de dicho premio). El sitio web Cinencuentro publica una atractiva entrevista a la sobrina del escritor Mario Vargas Llosa, en torno a su trabajo como cineasta. La ponemos aquí a consideración de ustedes, esperando que sea de vuestro interés.-

Lecciones de cine, con Claudia Llosa

El texto que leerán a continuación es el resultado de una entrevista a Claudia Llosa realizada por el periodista José Tsang y el cineasta Pablo J. Ruiz, quienes vienen elaborando un interesantísmo libro con una serie de lecciones de cine ofrecidas por varios directores peruanos (desde Francisco Lombardi, pasando por Claudia, hasta Javier Fuentes). El mencionado libro saldrá a la luz en algún momento de este 2010.

El texto fue publicado el jueves 4 Marzo de 2010, en una versión editada por la revista Caretas. Léanlo a continuación en su versión completa, es realmente una humilde, honesta y valiosa lección de cine:

Yo, Claudia

Mi motivación para hacer cine

Es un deber de la “no indiferencia”: tratar de entender una problemática que me persigue a nivel emocional e intelectual. Intervenirla y transformarla en una historia que te hace reflexionar. Además, me entusiasman las herramientas del cine (sonido, música, fotografía, decorado, actores), todas ellas se convierte en una constelación que, de alguna forma, ilumina el cielo.

Educación cinematográfica

Fue corta, no tengo una formación fílmica en términos de universidad. Estudié Comunicaciones, pasé por todas las ramas y terminé en publicidad. Siempre he sido cinéfila. Sin embargo, ser directora de cine lo veía muy lejano, como ser astronauta. Me daba miedo hacer cine, no me sentía con la capacidad, pero tenía el bichito en la cabeza, ese cosquilleo del corazón diciéndome que aún no había hallado la profesión que me solventará la vida.

Mis influencias

Trato de alejarme de las comparaciones. Tengo una necesidad por ser original. Absorbo influencias, reciclo. Es una cuestión atmosférica. Me gustan la cineasta neozelandesa Jane Campion por su tratamiento visual y empatía emocional con sus personajes femeninos, el húngaro Bela Tarr por sus planos secuencias (tomas sin corte) y sentido de la persecución, el surcoreano Kim Ki Duk por su imaginación y porque deja que las cosas fluyan y sucedan, entre otros.

Lo que hay en mis películas es una suerte de hiperrealismo. Qué ocurre cuando la realidad excede lo que el imaginario colectivo guarda por realidad, y el resultado se relaciona con lo que percibimos como surreal. Es lógico. Cuando la calle es tan dura, a veces es mejor trasladarla al universo mitológico. La creencia se transforma y se convierte en realidad.

Ser mujer

Cuando leo un guión o veo una película, no suelo fijarme si el director es hombre o mujer. Me da igual. Si hay diferencias, son las mismas que puede haber cuando se aborda un universo urbano o en un filme de género. Pero es lógico que uno deje en su trabajo parte de lo que es, y si ser mujer u hombre es importante, eso se dejará entrever en la obra.

El problema del cine peruano

La subestimación. Subestimamos a los espectadores, entonces el público subestima la película peruana. Vivimos a la defensiva, así como cuando manejamos en la autopista. Sin embargo, soy positiva y quiero pensar que eso está cambiando, y no sólo por la nueva generación de cineastas, sino porque lo veo en los chicos que me entrevistan y en los que me dicen “tengo este proyecto”. Veo mucho talento.

El público peruano no es tonto

El espectador pone escudos ante el drama evidente. Necesita desconectar. Obviamente el cineasta tiene un tema en cuestión, una pepa que ha de limar: dosificar entre el drama y la catarsis, el placer y la incomodidad, la risa y el llanto. Dirigir es como cocinar. Cada director sabe cuánto poner de aquí y de allá. A mí personalmente me atrae la comida agridulce. Pero entre gustos y colores…

España y Perú: el factor azar

Elegí España al azar. En verdad me eligieron a mí, porque fue el único master donde me aceptaron. Nunca fui a España para hacer cine, sino para aprender y tener una experiencia de vida, nunca para quedarme, y pasa lo contrario. Cuando uno no busca las cosas, las cosas lo buscan a uno. Es así que mi vida personal se construyó allí, pero mi carrera profesional no, porque seguía en publicidad al igual que en Lima. Era mi año sabático para saber lo que quería. Creo que por eso mis películas están cerca de ese análisis interior entre el hacer y el deber. Eso siempre me ha chocado. Solo cuando decidí cambiar el chip y trabajar en cine, las cosas se empezaron a dar.

Perú siempre ha sido y será mi tema. El hibrido, la mezcla, la capacidad de ponerse en los zapatos de otro, de entender a una persona criada de una forma distinta, me llama la atención, me atrae.

La dislexia superada: la pre-producción

Es un trabajo intenso, soy chancona desde chiquita. Tengo una dislexia fuerte y en el colegio, para pasar los cursos, tenía que estudiar harto, hacer cuatro resúmenes de una misma lección, pasarlos a una página, luego volverlos a pasar a otra, y después a otra. En la mañana del examen me despertaba a las 5 de la mañana a estudiar. Era la única de mi casa que procedía así, porque mis hermanas tenían facilidad para estudiar. Pero me acostumbré, ese era mi mecanismo de defensa para sentirme segura, porque la dislexia te genera inseguridades que te acompañan por el resto de tu vida. Entonces hice lo mismo en la pre-producción de mis películas: trabajar y obsesionarme con los detalles, no hay en ellas una flor o un pétalo que no hayan sido acordadas luego de 30 reuniones.

El guión: concentración y obsesión

Siempre quise ser guionista. En cambio, la palabra director me sonaba lejana. No es que nunca quise adueñarme del término, pero lo veía de aquí a unos años. Yo era dispersa a la hora de escribir, pero no a nivel de concentración, sino en el enfoque del guión.

Suelo empezar sola e investigo mucho. Necesito saber todo sobre el tema. Así fue como llegó a mis manos el libro “Entre Prójimos: El conflicto armado interno y la política de la reconciliación en el Perú”, de Kimberly Theidon, donde muchas mujeres manifiestan que padecen la enfermedad de “La Teta Asustada”.

Luego se van uniendo el equipo de producción y de investigación de arte. Para mí es importante el “dilo ahora o calla para siempre”, no lo vayas a decir en el rodaje porque debiste haberlo dicho dos meses antes. Me gusta que el equipo sienta libertad para expresarse. Ya dependerá del jefe del área, o de mí como directora, si queda la idea o no.

Dirección de actores

No me interesa explotar los actores durante el ensayo, me gusta estimularlos para reservar el orgasmo en el rodaje. Tengo que acceder a la persona antes que al actor, y sentirme atraída hacia ella en términos intelectuales, tener con los actores un proceso de enamoramiento para darles el amor que necesitan porque su trabajo es dejarse atrapar por la película, no juzgar.

Estrategias hay miles, no todas funcionan. Puedes indicarle al actor que susurre para que no sobreactúe o que se encorve para incomodarlo, pero esas son pequeñas herramientas que no te llevan a esa conexión para trabajar como siameses. Cada persona es distinta, uno debe sacar de los cajones internos sus facetas. Es como cuando tienes un amigo con quien sólo compartes tus momentos divertidos, y a otro le cuentas lo que te molesta. Es lo mismo: una faceta distinta con cada actor.

El peor error de un director

No estar aunque estés. No estar a nivel emocional, no empatizar, no estar con tu gente, con el electricista, con quien recoge el cable, con el director de fotografía. Hay gente que se aísla y eso no lo concibo. Tienes que salir, tomarte una chela con ellos, juerguéate, que te conversen de sus problemas. Estar, estar y estar. Errores hay muchos, pero el más grave es no estar comprometido.

Cómo afrontar imprevistos

El peor enemigo del cine es el tiempo. Ten una lista de ideas, siempre. No creas que se te va a ocurrir algo en pleno rodaje. En seis semanas de rodaje, muchas cosas son muy pocas.

Filmar en zonas no urbanas

Hay un estigma: “Grabar en la sierra es feo o peligroso”. Uno tiene miedo sobre lo que va a pasar con la logística: cómo te tratará la gente, si se molestarán, pero eso es el Perú. Tú vas allá y ellos te van a dar tanto y regalar tantas cosas, cuadros en términos de imagen, y corazón, alma y verdad en términos de gente. Siempre hay problemas: que tu hotel está a una hora, o que la comida llegará fría. ¿Pero eso es relevante?

Cambios en edición

En la edición reescribes la película. La edición es la crítica del rodaje, así como el rodaje es la crítica del guión. Sale lo que está mal, así como brilla lo que está bien. Es fabuloso.

El sonido

El sonido se trata desde el guión, no tanto por lo ambiental sino por la sonoridad de los diálogos. Me gusta que canten un poco en mi cabeza y genere un ritmo: si alguien pregunta en blues, el otro responde en rock. Sin embargo, descubrí el sonido en el montaje de audio. Aunque sentí en un comienzo que estaba explotando el ritmo sonoro de la película, realmente lo descubrí a posteriori.

Distribución y marketing: la rueda del mercado

Cuando la película se termina, ésta deja de ser tuya y se convierte en un producto que necesita ser consumido. Debes explotarlo, no verlo como tu hijo y venderlo como se vende un jabón. Obviamente no vas a vender jabón “Bolívar” para una piel suave y tersa, no puedes poner una chica perfecta bañándose con el jabonazo, para eso esta “Lux” u otro jabón del mismo perfil.

Uno conoce su película y debe saber enfocarlo, sin mentir. Venderla como lo que es y no como una producción hollywoodense. Si alguien te dice: “Los festivales no importan en el Perú como estrategia de ventas”, y sin embargo ése es tu beneficio, ¿qué vas a hacer? ¿Los vas a obviar porque la gente cree que no funcionará? Mentira. Pero en verdad todo es tan azaroso, uno arroja los dados de la mejor manera y la película se defiende sola. La gente ve una película no porque es peruana sino porque es buena.

Rentabilidad del cine: el futuro es digital

El cine ha cambiado muchísimo en 10 años, y en 10 años va a cambiar más. Los canales de distribución van a reducir sus costos al mínimo, entonces el joven cineasta debe asumir el digital como la vía de salvación. Desde que se dijo que el digital iba a venir, hubo mucha gente que sabía que el cine no iba a morir. Entonces aligérate y haz cine.

¿Por qué hacer cine?

En todas las épocas hay un arte que calló a las demás, como pudieron haberlo sido la música o la danza. Hoy creo que es el cine. Más allá del entretenimiento, debe haber un cine con un autor detrás que solvente un discurso. Es una utopía pero la ficción es una herramienta que le hace cosquillas a la verdad, te puede dar carcajadas, pero siempre va a estar allí, recordándote lo que viste. Hay películas que te pueden transformar y te da un nuevo punto de vista. A mí me ha pasado. El cine llega a tanta gente y si puedo chocar o generar algo en alguien, eso es fantástico, ¿no crees?.

Tomado de:

Cinencuentro