Archivo de septiembre 2009

«En la boca del miedo», de John Carpenter, en Cinéfilo Bar (Miércoles 30/09 – 21 Hs.).

28 septiembre 2009

Llega a su fin la edición de septiembre de nuestro ciclo en Cinéfilo Bar, que hemos dedicado al repaso de algunos títulos emblemáticos del cine de terror. Así, la función del último miércoles del presente mes consistirá en la proyección de un cabal representante de este género, una película cuyo realizador, John Carpenter, ha hecho contribuciones de relevancia en este terreno; no en vano es el responsable de largometrajes como «Halloween”, “The Fog” , “The Thing” y «El príncipe de las tinieblas”, entre otras buenas realizaciones cinematográficas. En el caso que nos ocupa, nos referimos a “En la boca del miedo” (In the mouth of madness), posiblemente la película que más y mejor se aproxime al espíritu maligno que caracteriza al terror literario de Howard Phillips Lovecraft, caracterizado por la crítica especializada como de tipo cósmico materialista, el cual se aparta del tradicional terror sobrenatural, para incorporar elementos de ciencia ficción (razas alienígenas, viajes en el tiempo, existencia de otras dimensiones).

Lo cierto es que tenemos aquí un guión excelente, cuya puesta muestra el gran talento de Carpenter para crear climas muy inquietantes, de lograda tensión, apelando a un horror singular, apuntalado en la terrorífica presencia de monstruos viscosos, espeluznantes asesinatos, zombies abominables y momentos de caos y confusión en la trama, todo esto debidamente condimentado con momentos de humor sarcástico, otro rasgo típico de este personal realizador.

Y si todo lo señalado pareciera poco, la película cuenta con el atractivo adicional de estar protagonizada por ese gran actor que es Sam Neill, quien realiza aquí una labor sobresaliente.

La función en la que se proyectará esta sumamente interesante realización de John Carpenter se llevará a cabo el miércoles 30/09, a partir de las 21 horas, en Bv. San Juan 1020. Los esperamos.-

En la boca del miedo

En la boca del miedo 2

TITULO ORIGINAL: In the Mouth of Madness

AÑO: 1995

DURACIÓN: 95 min.

PAÍS: Estados Unidos

DIRECTOR: John Carpenter

GUIÓN: Michael De Luca

MÚSICA: John Carpenter, Jim Lang, Dave Davies

FOTOGRAFÍA: Gary B. Kibbe

PRODUCTORA: New Line Cinema

GÉNERO: Terror

REPARTO: Sam Neill, Julie Carmen, Jürgen Prochnow, Charlton Heston, Frances Bay, Wilheim von Homburg, Kevin Rushton, Katherine Ashby, Marvin Scott.

Sinopsis:

Sutter Cane es un escritor de novelas de terror cuyo éxito no tiene comparación con el de ningún otro escritor. Pero poco antes de entregar a su editor su última novela, ha desaparecido sin dejar rastro. Al mismo tiempo, algunos de sus fans están volviéndose muy violentos de manera inexplicable. El editor de Cane contrata a John Trent para que encuentre al novelista. Él piensa que todo es un montaje publicitario, para promocionar el próximo libro de Cane, pero no tardará en descubrir la horrible verdad.

Comentario:

El día del fin del mundo, un hombre irá al cine comiendo palomitas de maíz

Por Diego Guerra

En la boca del miedo2

Es casi unánime la opinión acerca de las adaptaciones cinematográficas de Lovecraft: todas son malísimas. En cambio, una película de 1995, que no es adaptación de ningún relato del genio terrorífico de Providence recrea muy bien esa oscuridad lovecraftiana, pintando un universo de pesadilla como aquel de los mitos de Cthulhu en el que, al adentrarse, hay que perder toda esperanza. Demoníaca y barroca, plagada de símbolos e imágenes inquietantes, y mucho más lograda que aquellas diabólicas La chiessa y La Setta de Michele Soavi (quien seguramente quedará condenado a tener una única película buena de verdad en su haber), In the Mouth of Madness (En la boca del miedo) del también genial John Carpenter resulta una obra maestra del horror desde su inicio hasta el final.

John Trent (interpretado por Sam Neill) es el escéptico absoluto, el tipo capaz de desmantelar cualquier fraude, simplemente porque siempre espera ser engañado. Enfrentado al monstruo editorial de los Best Sellers, la Arcane Press, Trent investiga lo que parece una campaña mediática para catapultar aun más al autor estrella de la editorial, Sutter Cane, el escritor de novelas de terror más exitoso de todos los tiempos, quien se supone habría desaparecido antes de entregar los últimos capítulos de su novela más reciente. Rápidamente Trent deshilvana los diversos acertijos que los editores habrían tejido y, en busca de un supuesto fraude, parte en busca del escritor maldito, que vive, aparentemente, en el irreal pueblo de Hobb’s end, Nueva Inglaterra, lugar en el que nuestro héroe deberá hacer gala de todo su temple y cinismo para enfrentar lo inenarrable.

Pesadilla infernal lograda como pocas, homenaje al género terrorífico en todas sus formas (desde Lovecraft hasta Stephen King), al cine mismo (la paranoia de Body Snatchers, el grotesque kitsch de Robot Monster), In the Mouth of Madness es la última pieza de la trilogía apocalíptica de Carpenter (The Thing y Prince of Darkness son las anteriores), y es considerada por muchos su última gran película, aunque para quien suscribe, la siguiente, Vampires, de 1998, es muy digna de verse, tal y como lo hace Sam Neill en una de las escenas más divertidas que ha visto el cine de horror, en una sala de cine vacía y comiendo palomitas de maíz.

Artículo tomado del sitio web Ocho y Medio

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«El resplandor», de Stanley Kubrick, en Cinéfilo Bar (Miércoles 23/09 – 21 Hs.)

22 septiembre 2009

Nuestra tarea cineclubística en Cinéfilo Bar se volverá a poner en marcha el día 23 de septiembre con la proyección de un auténtico clásico de la cinematografía de terror como lo es “El resplandor” (The Shining), película de 1980 dirigida por Stanley Kubrick, adaptación libre a cargo del propio Kubrick y la escritora Diane Johnson de la novela homónima de Stephen King, en la que el rol protagónico recayó sobre Jack Nicholson, interpretando al personaje de Jack Torrance.

Con un solvente manejo de recursos técnicos para la producción del relato cinematográfico, principalmente de la recién inventada steadicam, Kubrick fue capaz de crear una escalofriante puesta en escena del más terrible desequilibrio mental.

En “El resplandor” Kubrick consigue una atmósfera formidable, en la que mucho tiene que ver, también, el acertado tratamiento de la banda sonora, que respalda de modo efectivo la presencia argumental de lo sobrenatural. En vez de transformar a la historia en un típico cuento de fantasmas, con sombras y ruidos en la oscuridad, Kubrick convierte a la trama en una experiencia claustrofóbica incluso en escenarios enormes y brillantemente iluminados. Es imposible que el espectador no se sienta abrumado por los decorados del hotel Overlook (gigantesco, laberíntico como el jardín que tiene a la entrada, intimidante), y especialmente por lo que pasa en sus amplios corredores.

Lo cierto es que el director de “La Naranja Mecánica” nos presenta aquí una narración inquietante, que por momentos habrá de provocar una intensa angustia en el espectador, a partir de escenas de alto impacto emocional que detentan, sin dudas, la condición de auténticos paradigmas dentro del terror cinematográfico de todos los tiempos.

La maestría de Kubrick para crear un efectivo clima de temor se hace presente de manera palpable en el extraño e inquietante suspenso que logra al mostrar a un niño montado en un triciclo paseando por los pasillos de un hotel. Cada vez que vemos al pequeño Danny realizar esa acción, se puede sentir que somos arrastrados con él al encuentro de lo desconocido, al misterio mismo del origen del mal que parece haberse apoderado del lugar, ese ominoso ámbito en el que Jack Torrance fue lanzado (definitivamente) al torrente de la locura.

La función en la que se proyectará “El resplandor” se llevará a cabo el miércoles 23/09, a partir de las 21 horas, en Bv. San Juan 1020.-

El resplandor

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Título original: The Shining

País: EE.UU.

Año: 1980

Género: Terror

Director: Stanley Kubrick

Guión: Stanley Kubrick y Diane Johnson, según la novela de Stephen King.

Fotografía: John Alcote

Música: Wendy Carlos y Rachel Elkind

Música no original: Gyorgy Litegi, Bela Bartok y Krzysztof Penderecki

Montaje: Ray Lovejoy

Elenco: Jack Nicholson (Jack Torrance), Shelley Duvall (Wendy Torrance), Danny Lloyd (Danny Torrance), Scatman Crothers (Dick Halloran) y Barry Nelson (Stuart Ullman).

Sinopsis:

ResplandorJack Torrance (Jack Nicholson) se traslada, junto a su mujer y a su hijo, al impresionante hotel Overlook, en Colorado, para encargarse del mantenimiento del mismo durante la temporada invernal, en la que permanece cerrado y aislado por la nieve. Su idea es aprovechar el nuevo empleo para romper su bloqueo como escritor, de modo de poder realizar la obra que necesita para catapultarse al éxito en el terreno de las letras. Buscará esa inspiración al mismo tiempo en que deberá ocuparse de cuidar las instalaciones del majestuoso hotel durante esos largos y solitarios meses de invierno. Pero el lugar le tiene reservado a Jack algo muy distinto, al punto de comenzar a padecer, desde su llegada al mismo, inquietantes transtornos de personalidad, a la vez que comienzan a suceder allí extraños fenómenos paranormales.

Comentario:

Sangre en la nieve *

Resplandor 7

Por Sergio Vargas

Barry Lyndon (id., 1975), la anterior película de Kubrick, supuso un enorme fracaso en taquilla, y mientras que a otros directores/autores esto les resbala siempre y cuando hayan hecho lo que han querido con SU película, al director de La naranja mecánica (A Clockwork Orange, 1971) no le hizo ninguna gracia y estaba decidido a hacer una de las películas más taquilleras en el año de su estreno, cuando quiera que éste fuese. Porque pasaron cinco años desde Barry Lyndon hasta el estreno de El resplandor. Kubrick quería hacer una película de terror, un género en el que no había trabajado hasta entonces, y buscando un material sobre el que trabajar se interesó en primer lugar por la novela «The Shadow Knows», de la escritora Diane Johnson. Aunque finalmente se decantara por la de Stephen King de igual título que el film, y coescribió el guión con Johnson. El prolífico escritor (que por aquel entonces tan sólo contaba con tres o cuatro novelas) se aseguró de que en el contrato figurase él mismo como autor del primer guión, pero lo cierto es que lo único que hicieron con él Kubrick y Diane Johnson fue leérselo. Aún así, esto se decidió en 1977, ¿Por qué tres años hasta el estreno? Bueno, en primer lugar, Kubrick estuvo más de un año eligiendo los decorados, todos ellos idénticos a edificios ya existentes, tanto en lo referente al exterior del hotel en el que se desarrolla la historia como a los interiores. Una vez se construyó todo, comenzó el rodaje, que se prolongaría durante diez semanas más de lo previsto, principalmente debido a unos fuertes dolores de espalda de Jack Nicholson (aunque el compañero de juergas de Polanski hacía lo posible por calmarlos a base de su diaria dosis de cocaína), con el consiguiente aumento de presupuesto, que alcanzó los veinte millones de dólares, casi el doble de lo que estaba destinado en un principio. Por último, la postproducción se prolongó hasta prácticamente el estreno de la película, a mediados de 1980. El estreno, primeramente se hizo sólo en unos pocos cines de EEUU por si a Kubrick le daba por hacer retoques; evidentemente, esto sucedió. El director recortó veinticinco minutos del montaje original, con epílogo incluido.

En El resplandor, Jack Nicholson interpreta a Jack Torrance, escritor de poca monta (como casi todos los personajes masculinos de Stephen King) que decide aceptar el empleo de vigilante del Overlook Hotel durante el largo invierno en el que éste es cerrado al público. Allí se desplaza con su esposa Wendy, a quien da vida Shelley Duval y su hijo de cinco años Danny (Danny Lloyd) con idea de encontrar la tranquilidad que necesita para escribir la obra que le llevará a la fama. De este modo se convierten en los únicos habitantes del enorme hotel, un hotel que se queda aislado a causa de la nieve durante casi todo el invierno y en el que unos años antes otro vigilante asesinó brutalmente a su mujer y a sus dos hijas, para suicidarse después. El título del film hace referencia a un poder precognitivo que posee Danny, y que comparte con Halloran (Scatman Crothers), el cocinero del hotel.

Aunque bastante desvirtuadas en su lamentable doblaje para la versión española (cuyas voces eligió el propio Kubrick) las interpretaciones de la pareja protagonista son muy buenas. Es cierto que Nicholson está más sobreactuado que nunca, pero también lo es que el papel lo requería, y de hecho Kubrick hizo lo imposible para desquiciarle, tanto a él como a Shelley Duval, que tuvo que ser internada en un psiquiátrico tras el rodaje. Curiosamente la actriz fue nominada en los Razzies de ese año a la peor actriz (y Kubrick al peor director¿?), una decisión que no comparto en absoluto, aunque sólo fuese por la escena (la más recordada de la película) en que Jack intenta entrar a golpe de hacha en el baño cerrado por dentro y Wendy está encogida a un lado de la puerta con un cuchillo completamente aterrorizada y con un rostro que es la auténtica personificación del miedo. Kubrick les hacía repetir decenas de veces todas las escenas aunque la primera toma fuese perfecta, incluso al pequeño Danny Lloyd, una posible razón de que no hayamos vuelto a verle delante de una cámara, y a Scatman Crothers que no era ningún jovencito.

Mientras que en la novela el descenso de Jack hacia la locura venía provocado por la maligna influencia de un hotel embrujado (casualmente ubicado sobre un antiguo cementerio indio) en el film podemos comprobar como el escritor poco a poco va recorriendo el solito ese camino, si acaso ayudado por el aislamiento, y una compañía que quizá no sea la más adecuada para alguien que quiere dedicarse por completo a escribir. Pero por mucho que Stephen King se quejara de estos hechos diciendo que Kubrick no entendía el cine de terror por haber trasladado la maldad del edificio a los personajes, y de que desapareciesen los setos con forma de animales que al final cobraban vida y de que el hotel no explotase, puede decirse que todos los cambios sustanciales con respecto a la novela fueron grandes aciertos, aparte de que salvo estos detalles y poco más (como que en la novela Halloran sobreviviese después de que Jack le dé una buena paliza con un enorme mazo de croquet) la película es una adaptación bastante fiel. Y de hecho, los fantasmas también aparecen. Por citar un ejemplo, dentro de las virtudes del guión de la película frente a la novela está la excelente elipsis en la primera incursión del niño en la habitación prohibida. En lugar de enterarnos de lo que le pasa como ocurre en la novela, cuando Danny abre la puerta nos trasladamos al salón donde Jack y Wendy inician una discusión, y al rato aparece Danny con unas marcas en el cuello. Inmediatamente Wendy sospecha de Jack (que tiempo atrás perdió los estribos con el crío cuando sólo era un bebé) y este será el principio de la debacle. Por supuesto, nosotros sabemos que le ha sucedido algo en la habitación pero nada puede haber peor que cualquier cosa que nos podamos imaginar, hasta que todo quede claro en la segunda incursión, esta vez a cargo de Jack.

Como siempre con Kubrick, en el apartado técnico la película es poco menos que perfecta. Los decorados fotografíados inteligentemente por John Alcott, potenciando los rojos en el interior del hotel, y que tanto tiempo se tardaron en escoger, son todos ellos dignos de recuerdo, pero hay que destacar el intrincado laberinto por el que fueron sustituidos los setos zoomórficos, y en general todos los interiores, desde el gran salón donde Jack tendrá el primer encuentro con el más allá, hasta los baños donde habla con el fantasma de Grady, el antiguo vigilante, en una de las escenas más inquietantes del film, o los enormes pasillos por los que la cámara se mueve sorprendentemente con gran destreza siguiendo desde detrás el periplo de Danny con su triciclo. Tanto en esta escena como en la que Jack persigue a Danny a través del laberinto o en la que Wendy se defiende de él con el bate de béisbol en las escaleras Kubrick se aprovechó de la utilización de la steady-cam, que inventó Garret Brown un par de años antes, y al que utilizó como operador de cámara en la película. La muy bien seleccionada banda sonora está compuesta en su mayoría por piezas clásicas de Bela Bartok, Gyorgy Ligeti y en mayor medida de Krzysztof Penderecky, y algunos temas de los años 30 durante la escena de la fiesta (fantasma) en la que Jack conoce a Grady.

Para muchos se encuentra entre los mejores films de terror de todos los tiempos. Desde luego, los elementos los tiene, y sin duda se encuentra entre lo mejor del género en los años 80 y muchas de sus imágenes merecen por derecho propio encontrarse en cualquier antología: Todas en las que sale Jack Nicholson con el hacha, los torrentes de sangre manando de los ascensores que tantas veces ha sido copiada con mayor o menor suerte (aún no puedo olvidar aquel lamentable collage de películas que es Horizonte final (Event Horizon, 1997. Paul W. S. Anderson), o las hijas gemelas de Grady que invitan a Danny a que juegue con ellas (y me temo que no precisamente a los médicos) o los espeluznantes flashes en que aparecen descuartizadas en el pasillo.

Al final Kubrick consiguió el ansiado éxito de taquilla, a pesar de las quejas del otro S.K., que hace unos años consiguió recuperar los derechos de su propia novela y pudo hacerse un repelente telefilm de casi cinco horas dirigido por Mick Garris y que aún puede encontrarse en las estanterías de bastantes videoclubs.

* Artículo publicado en 2003 en el sitio web español Miradas de Cine

Jack Nicholson en "El resplandor", de Stanley Kubrick.

Jack Nicholson en "El resplandor", de Stanley Kubrick.

«Alien, el octavo pasajero», en Cinéfilo Bar (Miércoles 16/09 – 21 Hs.).

14 septiembre 2009

Seguimos transitando la edición de septiembre de nuestro ciclo en Cinéfilo Bar con la continuidad de “Algunas (notables y vigentes) de terror: Hay que tener miedo … de perdérselas”, de modo tal que el próximo miércoles es el turno para la proyección de una auténtica joya del género, nada más y nada menos que “Alien, el octavo pasajero” (1979), sin lugar a dudas una de las más logradas películas de Ridley Scott, tan emblemática de lo mejor de este director como lo es también esa otra gran realización cinematográfica llamada “Blade Runner” (1982).

Calificada por muchos críticos como una obra maestra y un verdadero cuento gótico de horror, tenebroso y fascinante, hay que decir que “Alien, el octavo pasajero” estuvo nominada a la Mejor Dirección de Arte, nominación merecidísima si nos atenemos a que la nave donde se desarrolla la mayor parte de la película constituye una manifestación de superlativa excelencia en el terreno del diseño de producción, un inspirado desborde de la más pura imaginería visual. Además, por primera vez en la historia del cine, una realización de las características de “Alien” tenía a una mujer en el rol de heroína salvadora (el entrañable personaje de la teniente Ellen Ripley, encarnado por la magnífica Sigourney Weaver).

Podemos agregar sobre “Alien, …” que su argumento, escrito por Dan O’Bannon, está ligeramente inspirado en la novela breve «La línea de sombra», de Joseph Conrad (1857-1924); y que “Nostromo”, la nave de la película, es el nombre de otra novela de Conrad (Cabe acotar que también pertenece a este escritor el relato en el que se basa la ópera prima de Ridley Scott, nos referimos a “Los duelistas”).

Un aspecto que no puede soslayarse al hablar de esta película es el referido a los efectos especiales (ganó el Oscar en este rubro, además de la mencionada nominación en dirección artística), los cuales estuvieron a cargo de un maestro en la materia, el talentoso Stan Winston. Por otra parte, en tanto el diseño de la espeluznante criatura alienígena fue obra del suizo Hans Rudi Giger, los trajes espaciales fueron creados por el famoso dibujante de cómics Jean Giraud-Moebius.

La función en la que se exhibirá esta excelente película, excelsa combinación de terror y ficción científica, tendrá lugar el miércoles 16 de septiembre, a partir de las 21 horas, en Cinéfilo Bar, Bv. San Juan 1020. Los esperamos.-

Alien, el octavo pasajero

Alien

TITULO ORIGINAL: Alien

GENERO: Terror / Ciencia Ficción

PAIS: Estados Unidos / Reino Unido

DURACION: 115 minutos

AÑO: 1979

DIRECTOR: Ridley Scott

GUION: Dan O’Bannon

MUSICA: Jerry Goldsmith

FOTOGRAFÍA: Derek Vanlint

MONTAJE: Terry Rawlings y Peter Weatherley

INTERPRETES: Ian Holm, John Hurt, Sigourney Weaver, Tom Skerritt, Veronica Cartwright, Harry Dean Stanton y Yaphet Kotto.

Sinopsis:

Alien foto«Alien, el octavo pasajero» cuenta la historia de cinco hombres y dos mujeres que trabajan en la nave Nostromo, un carguero espacial que se encuentra en pleno viaje de regreso a la Tierra, viaje que se verá interrumpido cuando se topen con una aterradora abominación galáctica tras acudir en respuesta a una llamada de socorro realizada desde un planeta desconocido. Uno tras otro, los tripulantes irán siendo víctimas de la terrible bestia de matar que han subido a bordo.

Argumento:

El argumento de “Alien, el octavo pasajero” nos presenta a Nostromo, una nave terrícola que vuelve a casa tras conseguir minerales que la empresa matriz irá a vender a las refinerías. Tal y como se mostraba en “2001, odisea del espacio”, la Nostromo tiene una computadora central, esta vez llamada Madre, que despertará a la tripulación (en letargo para no enterarse de los viajes) tras haber interceptado en apariencia un aviso de socorro.

Es el capitán Dallas quien será informado por Madre de la recepción de una señal emitida cada doce segundos por otra nave, probablemente un S.O.S., lo que le planteará la obligación de cambiar de ruta y acudir en ayuda de dicha nave. Dallas, junto a Ash, logra convencer, no sin dificultad, a los restantes integrantes de la tripulación de emprender viaje hacia la nueva misión, de tal modo que Nostromo se pone en camino para investigar qué ocurre en realidad. Para ello, siguiendo la señal, deberán salir del universo explorado por el hombre y adentrarse en el que está sin explorar, hasta llegar a la luna de un planeta desconocido.

Comentario:

‘Alien’, el terror de lo desconocido *

Alien-escena

Hace poco tuve la oportunidad de revisar ‘Alien’, la segunda película de Ridley Scott, director tan admirado como odiado, que entre otras nos ha dejado impresas las muestras de su indudable talento, en la presente, en la posterior —esa obra maestra de título ‘Blade Runner’, que tantas discusiones plantea—, o la anterior —esa joya titulada ‘Los duelistas’ (‘The Duelists’, 1977)—. No voy a hablar de su posterior carrera ensalzando algunas de sus películas, las cuales han sido denostadas por la crítica de forma bastante cruel. Además, siempre he sostenido que este trío de films componían lo mejor del director, encerrando los elementos más característicos de su cine, apoyado sobre todo en excelentes guiones. Elementos que más tarde ha sabido aprovechar con buen tino —‘La sombra del testigo’ (‘Someone to Watch Over Me’, 1987)—, o simplemente cayendo en la más profunda de las vacuidades —‘Tormenta blanca’ (‘White Squall’, 1996) y cierta basura con Demi Moore—, pero eso daría para otros posts.

Y mi revisión de este clásico imperecedero fue a partir del conocimiento de que algunos de mis colegas, amigos de vez en cuando, no la habían visto. Sí, debería cambiar de amigos, pero en vez de eso, me ofrecí a arreglar el imperdonable error de vivir su existencia sin haber disfrutado una película que precisamente puede presumir de tal característica. ‘Alien’ es una gozada que entre todas sus cualidades, eleva las del puro disfrute por encima de las demás, quedando resumida a un film que prácticamente se vive en cada uno de sus fotogramas.

La historia de ‘Alien’ es harto conocida: una nave espacial de comercio, llamada ‘Nostromo’ —en lo que es un homenaje de Scott a la famosa obra de Joseph Conrad— varía su rumbo de vuelta a la Tierra para acudir a lo que parece una llamada de socorro que proviene de un planeta. Allí darán con una sorpresa que hará que varias de las secuencias posteriores al encuentro hayan quedado grabadas en la memoria colectiva, convirtiéndose por derecho propio en algunos de los momentos más impactantes de la historia del Cine, dentro del género de terror. Porque ‘Alien’ es, sobre todo, una película que se sumerge en la misma esencia del miedo; a través de una historia vestida de Sci-Fi, se alimenta el sentimiento general del temor a lo desconocido.

‘Alien’ es el resultado de varios genios reunidos, o dicho de otro modo, es la reunión de varios artistas en un momento de sus vidas, en las que sus cualidades artísticas estaban al máximo de rendimiento. Dan O´Bannon escribió el guión a partir de una historia creada por él mismo y Ronald Shusett —en ella se encuentran referencias literarias, y cómo no, cinematográficas a películas como ‘It! The Terror from Beyond Space’ (Edward L. Cahn, 1958), de la que muchos ven un plagio—, y lo hizo en cierto modo para resarcirse de su desencanto con la película de John Carpenter ‘Dark Star’ (1974), en la que un alienígena tenía el aspecto de calabaza gigante. Por cierto, simpática ópera prima de Carpenter.

Ridely Scott nunca estuvo tan inspirado en la utilización de los espacios y la atmósfera, logrando plasmar un ambiente de opresión único, que estrangula poco a poco, primero a los personajes y con ellos al espectador —la hazaña la repetiría en ‘Blade Runner’ aunque con fines totalmente diferentes—; Scott sacaba el máximo partido a su obsesión por la estética, convirtiendo una nave espacial llena de silenciosos y metálicos pasillos en un laberíntico paisaje de horror. Por supuesto nada habría sido lo mismo si Scott no hubiese contado con la inestimable colaboración en el campo de diseño del film, de gente como Moebius, y sobre todo H.R. Giger, quien se encargó de crear al alienígena más famoso de la historia —al lado de Supermán y E.T., evidentemente—, convirtiéndolo en algo más que eso, en la representación de nuestros miedos a lo desconocido, una criatura ausente de sentimientos, que se adapta a cualquier ambiente con el único interés de sobrevivir, una forma de vida perfecta.

La historia desarrollada en ‘Alien’ funciona con la precisión de un reloj suizo. El crescendo dramático funciona a la perfección, empezando con la descripción de una nave espacial, definiéndola en cada uno de sus rincones y a cada uno de sus siete tripulantes, seguida de dos puntos de inflexión muy importantes: la aparición de una nave extraterrestre, seguida de la del inesperado visitante. A partir de ahí, el film acentúa sus sombras, los tranquilos pasillos de la nave se convierten en la morada del alien, aparece el horror en su pura esencia, culminando en dos clímax inolvidables. Uno sería el propiamente dicho, el de la explosión de la Nostromo, y el segundo —que casi parece un anticlímax—, lo sucedido posteriormente en el vehículo auxiliar, en la que Scott consigue lo que el espectador pensaba evitaría: el enfrentamiento real al miedo en sí mismo. Ripley se desnuda tanto física como psicológicamente, y queda prácticamente indefensa ante el alien, una terrorífica secuencia de connotaciones sexuales, que lleva al espectador al límite. Y todo ello con las notas de Jerry Goldsmith, que estampan el horror en nuestros oídos.

Los actores logran sacar de sus aparentemente planos personajes, matices que los visten y logran que nos importen, a pesar de que Scott mantiene cierta distancia sobre ellos, una frialdad tal vez influenciada por Kubrick y su ‘2001’: una odisea en el espacio’ (‘2001: A Space Odissey’, 1968), film que según palabras del propio Scott, tuvo muy presente a la hora de realizar ‘Alien’ —las otras dos fueron ‘La guerra de las galaxias’ (‘Star Wars’, George Lucas’, 1977) y ‘La matanza de Texas’ (‘The Texas Chain Saw Massacre’, Tobe Hooper, 1974)—. Tom Skerritt, como Dallas, que protagoniza una de las escenas de mayor tensión del film, la de los conductos de ventilación; John Hurt, como Kane, el padre del alien; Veronica Cartwright, como Lambert, actriz que demuestra una vez más que llora como nadie en pantalla —lo lleva haciendo desde que hizo su debut en ‘Los pájaros’ (‘The Birds’, Alfred Hitchcock, 1963)—; Harry Dean Stanton, como Brett, y Yaphet Kotto, como Parker, representan el aspecto social del film, en el futuro los problemas de contratación, las diferencias entre trabajadores y la empresa, siguen vigentes. Ian Holm, como Ash, fascinante personaje que desvela su verdadera cara en un momento que parece gore puro. Y cómo no, una excelente Sigourney Weaver, en su primer papel importante en una película, como Ripley, personaje en principio pensado para un hombre —incluso se pensó en Paul Newman para interpretarlo—. Y un precioso y observador gato, detalle en el que no debieron fijarse los encargados de titular la película en nuestro país, ya que por el minino el film tendría que haberse titulado ‘Alien, el 9º pasajero’.

En el 2003, Ridley Scott cayó en una nueva tentación de retocar una de sus películas, recuperando parte de metraje desestimado en 1979, mostrando algunas cosas que en el momento de su estreno se consideraron demasiado explícitas, como por ejemplo, el descubrimiento por parte de Ripley, de Dallas y Brett, en el tramo final del film, instante tan impactante —James Cameron lo aprovecharía en la secuela, ‘Aliens’ (1986)—, como innecesario. Dicho descubrimiento tapa la sensación de suspense de cara a un espectador que siempre se preguntó cuál fue el destino de Dallas. Ahora, tanta obviedad esconde parte de las intenciones del film: transmitir el miedo por lo desconocido. Dos o tres secuencias más, un par de planos aquí y allá, uno de ellos imperdonable al mostrar al alien en todo su esplendor. Si hay un acierto en el tratamiento de la criatura por parte de Scott, ése es precisamente no mostrarla más de lo debido, consiguiendo un efecto que se estropea un poco en el mencionado montaje.

Aún así es imposible empañar la calidad de ‘Alien’, film cumbre en el género de terror y la Sci-Fi. El miedo trasladado al espacio, ese lugar tan alejado, y al mismo tiempo atrayente y desconocido. Scott no volvería a adentrarse en el terror como aquí, y sólo una vez más en la Sci-Fi, con resultados igualmente satisfactorios. Ahora que su nombre ya está confirmado para dirigir la precuela de esta mítica cinta, veremos nuestros deseos cumplidos de volver a ver a Scott metido en el terreno que le dio la condición de grande; aunque el nivel dejado en esta obra maestra es muy difícil de superar hasta para el propio Scott.

Alberto Abuín

* Artículo publicado en el sitio web español Blog de Cine

Sigourney Weaver en "Alien, el octavo pasajero".

Sigourney Weaver en "Alien, el octavo pasajero".

«Suspiria», de Dario Argento, en Cinéfilo Bar (Miércoles 09/09 – 21 Hs.)

8 septiembre 2009

Se viene la segunda entrega de “Algunas (notables y vigentes) de terror: Hay que tener miedo … de perdérselas”, la propuesta en materia de programación de nuestro ciclo en Cinéfilo Bar. En efecto, el día miércoles 9 de septiembre, a las 21 horas, en Bv. San Juan 1020, tendrá lugar la proyección de lo que puede considerarse una extraordinaria y elevada lección de cine. Nos referimos a la excelente «Suspiria» (1977), del realizador italiano Dario Argento. Los esperamos.-

SUSPIRIA

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Dirigida por: Dario Argento

Año: 1977

País: Italia

Idioma: Inglés

Duración: 92′

Música: Goblin

Protagonizada por: Jessica Harper, Joan Bennett, Alida Valli, Udo Kier, Flavio Bucci y Miguel Bosé.

Sinopsis:

Una jovencita (Jessica Harper) ingresa a una exclusiva academia de baile, la misma noche que asesinan a una de las alumnas. La subdirectora del establecimiento es la amable Mme. Blank (Joan Bennett) que brinda a la nueva alumna todas las comodidades y facilidades, para que pueda estudiar y aprender. Pero poco a poco, un aire malsano va inundando el lugar y una invasión de gusanitos, un ronquido misterioso, ruidos de pisadas que van de un lado al otro del pasillo y esa extraña bebida que nuestra heroína debe tomar cada noche, que la induce a un sopor extremo, van convirtiendo su estadía en una verdadera pesadilla.

Comentario:

Esta es, sin duda, la realización más conocida y mejor valorada de Dario Argento, director italiano a quien muchos críticos consideran un auténtico autor en el campo del terror cinematográfico contemporáneo.

Esta cinta es una de las más cuidadas de su filmografía y es considerada uno de los mejores filmes de horror de la historia del cine. Podría decirse, a partir de la concepción estética que envuelve a Suspiria, que nunca el terror tuvo tanto estilo ni fue tan hermoso como en esta película, la cual, además, presenta, como otra virtud, un guión excelente, sumamente original.

El argumento, como en la mayoría de las obras de Argento, queda en segundo plano, resultando súbdito del estilo. La originalidad no se encuentra en la historia que cuenta el filme, que se desarrolla en una escuela internado de ballet; Argento prefiere centrarse en las formas, en su capacidad enorme a la hora de narrar y plasmar en imágenes lo que tiene en mente.

Un aspecto sobresaliente de esta realización es la fotografía, soberbia y absolutamente lograda. Desde el minuto uno llama la atención el uso del color: rojos y azules propiciando que los pasillos del convento desprendan un ambiente sobrenatural. Es el rojo el que, de manera especialmente intensa, inunda la pantalla e inquieta, preocupa, mantiene en tensión. En tal sentido, Suspiria muestra en sus planos composiciones cromáticas muy ricas, sugerentes y hermosas, al punto que cada toma de la película, unida a sus portentosos decorados, parece una obra pictórica de belleza inigualable. Por cierto, el diseño de arte de esta realización es inmejorable, constituyendo un rubro que debería ser asignatura de análisis y estudio obligado en las escuelas de cine, dicho esto sin ningún tipo de exageración.

La cámara se desliza por el interior de ese internado, no con travellings persecutorios ni visión subjetiva como estamos acostumbrados a ver en el cine moderno, sino que, con una fuerte carga estética, recorre la escuela con total libertad, por cuanto sólo importan las sensaciones a ser transmitidas, y cualquiera que haya visto una película de Argento sabrá que en esto el italiano es un auténtico maestro.

Su capacidad a la hora de plasmar lo macabro, lo sobrenatural, es digna de todos los premios que nunca ha ganado. La secuencia inicial o la perturbadora escena de los gusanos son un buen ejemplo de ello. Suspiria no apela a una gran cantidad de gore, muertes o sadismo, y si bien tiene todo esto, como buen exponente del terror que es, opta más bien por asustar mediante una atmósfera inquietante, barroca y sombría, en un marco estético tal que cada crimen es mostrado como si fuera una obra de arte.

En cuanto a lo argumental, la historia de la película nos cuenta que en Alemania hay una escuela de danza privada, una de las más prestigiosas del mundo, a donde va a parar internada una estudiante norteamericana. Allí comienzan a suceder cosas muy extrañas y a aparecer personajes misteriosos. En este marco, el suspenso es el dueño y señor del metraje, que nos va desgranando un relato lleno de misterios y terror. El ambiente es asombroso, irreal, extraño. Un lugar, ese monstruoso internado, tan intemporal y fuera de este mundo como alucinante. ¿Qué se esconde “en realidad” detrás de esa escuela de danza?. Al final, tras multitud de enigmas, cosas sin sentido y muertes violentas, las piezas encajan de manera verdaderamente sorprendente, dando lugar a un desenlace con buenas dosis de impacto emocional y una gran contundencia en términos de puesta en escena.

Puede afirmarse, entonces, que Argento lleva a cabo en Suspiria un trabajo de dirección impecable, elegante, inteligente y sutil incluso en territorios del terror y la violencia. Todo ello, unido a un presupuesto hasta cierto punto holgado para aquel entonces, 1977, buenos efectos especiales, sangre abundante y actores solventes, dan como resultado un clásico irrepetible, de calidad visual y narrativa superlativa.

A 32 años de su estreno, Suspiria no ha perdido su fuerza y sigue sorprendiendo y estremeciendo en partes iguales con su magnética trama y su cautivante desarrollo, mezclados con imágenes hermosas, elegantes e impactantes.

De todos modos, Suspiria no puede ser explicada: se debe ver, sentir y experimentar.

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Viernes 04/09 – 19 hs. – Cine en el «Sanjo»: «Flores de fuego», de Takeshi Kitano.

3 septiembre 2009

Cine SanjoCiclo Cine Oriental

Viernes 4 de septiembre – 19 horas – Sol de Mayo 726

En el colegio secundario San José, sito en Sol de Mayo 726, Alto Alberdi, a modo de continuidad de la actividad de difusión de buenas obras cinematográficas que se viene desarrollando allí desde el mes de mayo de este año, y en el marco del ciclo de cine oriental en curso, el día viernes 4 de septiembre, a las 19 horas, se proyectará la excelente película “Flores de fuego” (1997), del talentoso realizador japonés Takeshi Kitano, ganadora del León de Oro en el Festival de Venecia.

La función es abierta a todo el público, con entrada libre (modalidad “a la gorra”).

Flores de Fuego

(”Hana-Bi”)

Flores de fuego

AÑO: 1997

DIRECTOR: Takeshi Kitano

REPARTO: Beat Takeshi (Takeshi Kitano), Kayoko Kishimoto, Ren Osugi, Susumu Terajima, Taro Istumi y Tetsu Watanabe.

SINOPSIS: Un policía llamado Nishi -Takeshi Kitano- se enfrenta a la enfermedad terminal de su esposa, al drama de un compañero que ha quedado parapléjico en una redada y a un grupo de mafiosos que le siguen la pista.

A continuación reproducimos un excelente artículo de Guillermo Ravaschino sobre esta película:

El séptimo largometraje de Takeshi Kitano –toda una estrella en la televisión japonesa e ilustre desconocido en la Argentina, que no se ha dignado a estrenar ninguno de sus otros films– es una obra de extraño vigor. Flores de fuego es en parte un thriller, aunque las referencias a los esquemas clásicos del policial apenas pueden rastrearse al comienzo del relato, para disolverse luego en una trama cada vez más introspectiva. Nishi (el propio Kitano) es un policía eficaz, perspicaz, que está atravesando el peor momento de su vida. No hace mucho una enfermedad segó la vida de su hija, y los pronósticos médicos auguran que la leucemia, en cuestión de semanas, hará lo propio con su mujer. Su antiguo escudero, Horibe, quedó paralítico en una balacera, mientras que otro de sus compañeros se desangró sin prisa ni pausa ante sus ojos impotentes. En la presencia de Nishi, en su pesar, confluyen dos poderosas –y sólo aparentemente contradictorias– tradiciones cinematográficas: la de los policías duros e impasibles (muy cercana a unos cuantos personajes de Clint Eastwood) y la de cierto cine oriental poblado por criaturas más o menos portentosas (ya fueren simples ciudadanos o estoicos samurais) que se mecen como hojas a merced de vientos trágicos, inapelables.

La llamativa potencia física de Nishi, que es capaz de dormir a los rufianes de un certero golpe de puño (o de perforar sus ojos como al descuido, sin despegar su mirada de una taza de café), no debe llamar a engaño. A diferencia de la invulnerabilidad de los paladines hollywoodenses, ésta no tiene por fin habilitar el lado violento del show. Esto ya se nota en la singular manera con que Kitano expone la rudeza de su personaje. Los impactos y los cortes están dados casi siempre en off (es decir, fuera del cuadro): si Nishi no mira a sus rivales, ¿por qué habría de hacerlo el público? Lo que puede verse, en cambio, es la austera expresión de Nishi, que es la misma antes y después de dar cuenta de sus enemigos. Extremadamente parca, parcialmente escondida tras los anteojos negros, apenas un rictus –tensa la comisura derecha de sus labios– deja ver en ella las procesiones que lo aquejan. El dolor de Nishi tiene poco que ver con la Yacuza (temida mafia nipona) y con los avatares policíacos, y mucho con la angustia existencial. ¿De qué le sirven los puños y la puntería a la hora de salvar a sus seres queridos? Su potencia física, antes bien, destaca por contraste la inconmensurable impotencia de su espíritu. Nishi podría haber sido un escritor, un campesino, un empleado de correos. El mérito de Kitano es haberlo hecho entrar en un policía –en un policial– sin que el relato, en tanto tragedia humana, perdiera un ápice de su espesor. La perspectiva de Nishi –una soledad desnuda y absoluta– lo tentará a abandonar la fuerza policíaca, e incluso la legalidad, para honrar los últimos minutos de su esposa (¿los suyos propios?) como corresponde. Con muy rara sutileza los recorre el film: podrá sentirse, al cabo, que lo de Nishi no es, y nunca fue, resignación, sino adaptación –valiente, extrema– a circunstancias desesperantes.

El encadenamiento de las secuencias de Flores de fuego responde a una ecuación que invierte la lógica del policial convencional. Allí la “poesía”, generalmente en forma de postal urbana, opera como excusa para propiciar persecuciones, tiros y explosiones. Aquí, en cambio, la rudeza de las calles conduce una y otra vez a pasajes que invitan al espectador a una contemplación plácida y oscura. El mar, el cielo –en sempiterno y trágico vaivén– serán perfectas, recurrentes elecciones para volver a colocar al público en la encrucijada del protagonista. La asociación libre (o medianamente libre, como la que disparan los dibujos del detective tullido: siniestras cruzas de lo humano con lo vegetal) pocas veces ha fluido como en este film. Es que Kitano cultiva una virtud que no abunda entre los cineastas contemporáneos: confía en las imágenes. Y se deja llevar. El resultado es casi siempre un viaje apasionante.

Guillermo Ravaschino

http://www.cineismo.com/criticas/flores%20de%20fuego.htm

Takeshi Kitano, en "Flores de fuego".

Takeshi Kitano, en «Flores de fuego».

«El exorcista», de William Friedkin, en Cinéfilo Bar (Miércoles 02/09 – 21 Hs.)‏

2 septiembre 2009

El próximo miércoles dará comienzo la edición del mes de septiembre del ciclo de Videoteca del Mirador en Cinéfilo Bar. En efecto, lo que hemos dado en llamar “Algunas (notables y vigentes) de terror: Hay que tener miedo … de perdérselas” se pone en marcha con la proyección de una película única e irrepetible como lo es «El exorcista» (1973), de William Friedkin,  un clásico indiscutido dentro del género de terror y, por encima de todo, una extraordinaria obra cinematográfica.

Para asustarnos, estremecernos pero también para disfrutar a lo grande con esta impactante película, los esperamos el miércoles 2 de septiembre, a partir de las 21 horas, en Bv. San Juan 1020.

A continuación reproducimos en forma parcial un muy interesante artículo sobre «El exorcista» publicado en el sitio web «Pasadizo»:

«EL EXORCISTA«

(THE EXORCIST)

ReganRegan MacNeil es una niña de doce años tan normal y encantadora como cualquier otra de su edad. Hija de padres divorciados sin embargo, pasa por una depresión originada en parte por la ausencia de su padre, y en parte por su falta de amigas, siempre detrás de su madre de un rodaje a otro. Esto desemboca en un estado nervioso que su madre achaca a algún tipo de enfermedad. Pero, una tras otra, todas las pruebas médicas dan negativo, siendo cada vez más patente que la niña no está enferma sino poseída; no necesita un médico, sino un exorcista de la Iglesia Católica que la libre de las garras del Mal …

Ficha Técnica

Director: William Friedkin / Guión: William Peter Blatty, basado en la novela homónima / Producción: William Peter Blatty para Warner Bros. / Productor Ejecutivo: Noel Marshall / Música: Krysztof Penderecki, Hans Werner Henze, George Crum, Mike Oldfield, Anton Webern, David Borden, Jack Nitzsche / Fotografía: Owen Roizman & Billy Williams III (secuencias en Irak) / Montaje: Norman Gay, Evan A. Lottman & Bud S. Smith (secuencias en Irak) / Diseño de Producción: Bill Malley / Decorados: Jerry Wunderlich / Vestuario: Joseph Fretwell / Maquillaje: William A. Farley & Dick Smith / Intérpretes: Linda Blair (Regan MacNeil), Max Von Sydow (padre Merrin), Ellen Burstyn (Chris MacNeil), Jason Miller (padre Damien Karras), Lee J. Cobb (teniente Kinderman), Kitty Winn (Sharon Spencer), Jack MacGowran (Burke Dennings), Mercedes Cambridge (Pazuzu [sólo voz]), William Peter Blatty (productor [no acreditado]), reverendo William O’Malley, Barton Heyman, Peter Masterson, Rudolf Schunder… / Nacionalidad y Año: USA 1973/2000 (director’s cut) / Duración y Datos Técnicos: 116/132 min. color scope.

Comentario

Estamos ante una de las grandes películas de la historia del cine; la más terrorífica si nos atenemos a la campaña publicitaria que décadas después de su estreno la llevó a abarrotar de nuevo los cines de todo el mundo. Eso bastaría para hacer obligada su visión, aunque si todavía hay por ahí algún reticente, esperamos que tras leer estas líneas corra al vídeo club más próximo para hacerse con ella. Pues sea o no la película más terrorífica de la historia, lo cierto es que es una de las cumbres del género de terror, con o sin escenas añadidas, pues ante todo resiste perfectamente el paso de los años, no habiendo perdido ni un ápice de su desasosegante atmósfera.

La película arranca con un ritmo pausado, cotidiano, introduciéndonos en la trama de un modo sutil pero eficaz, sin necesidad de escenas frenéticas repletas de acción, demostrando que no son necesarios fuegos de artificio para mantener la atención del espectador. Y eso se consigue con una buena historia: un buen guión a cargo de William Peter Blatty a partir de su propio best-seller que no deja indiferente a nadie. Dentro de una sociedad católica y cada vez menos practicante, el diablo resulta siempre un tema atrayente para el gran público, y más si los responsables de la película se encargan de envolver los fotogramas de una conseguida aura de realismo y proximidad. Así nos encontramos con una familia rota por la separación del matrimonio, donde Regan (una estupenda Linda Blair nominada al Oscar a la mejor actriz secundaria), pasa más tiempo sola jugando con una tabla ouija que con su madre, actriz de éxito. Un caldo de cultivo perfecto para que el diablo juegue a ser Dios. Lejos de juicios morales sobre profesiones liberales como las del mundillo cinematográfico, la película comienza -tras un prólogo enigmático ubicado en una excavaciones en Irak, donde hallan una efigie del diablo-, presentando la vida cotidiana de modo tan real como convincente, para fotograma a fotograma (y no sólo del diablo reflejado en una ventana) inquietar el espíritu del espectador. La consternación de ver cómo la vida golpea a todos por igual, perdiendo incluso los propios sacerdotes la fe al ser objeto en su propia carne de la desgracia (el padre Karras es en realidad el eje moral de la película, al ser quien se plantea cuestiones morales relacionadas con la fe), marca el comienzo de la película al tiempo que vemos que en el lado opuesto, una mujer de hoy en día, atea por conformismo, va perdiendo la fe en la ciencia que no es capaz de curar a su hija enferma. Con gran acierto William Friedkin nos muestra los hospitales como modernas salas de tortura (que nada tienen que envidiar con las utilizadas en la Edad Media por la Inquisición). Salas de tortura para niños, en las que las buenas palabras tratan de ocultar el hecho de que el hombre no tiene todas las respuestas. Realizando las escenas con soltura, bien apoyado en la excelente fotografía de lo cotidiano de Owen Roizman, y sabiendo dosificar en su justa medida las pistas y detalles acerca del proceso de la posesión demoníaca, Friedkin nos muestra a cuentagotas las reticencias propias del mundillo sacerdotal respecto a los exorcismos, hasta que la desesperación de una madre y las pruebas recopiladas resultan más que suficientes, y entramos en la batalla explícita que han de librar Dios (representado en dos sacerdotes) y el demonio, en posesión del cuerpo de una niña. Una niña encantadora, a la que antes hemos visto reír y jugar, por lo que su transformación nos afecta aún más profundamente, sintiéndonos abofeteados por la injusticia, ya sea divina o terrenal.

Se trata de una película en la que el mal, representado por el demonio, está presente de principio a fin, sin necesidad de rostros demoníacos entrevistos, en la que pequeños detalles como la escena en que Regan profetiza una muerte y se orina en la alfombra pueden ser mucho más perturbadoras que verla caminar como una araña. Aunque precisamente por ese tono tan realista de la primera mitad del film resulta tan impactante la magnífica labor de maquillaje de Dick Smith y Rick Baker, convirtiendo a una dulce niña en la encarnación del mal. Labor encomiable del equipo de efectos especiales, que tiene su culmen en el épico duelo final entre el padre Karras, el padre Merrin y el mal, haciendo a la niña incluso levitar sobre su lecho. Pero más que los estupendos efectos de maquillaje, lo que el diablo utiliza es su lengua, su conocimiento de los secretos más íntimos. Así, ataca a los protagonistas donde más les duele, con su madre muerta al padre Karras, o con la promiscuidad a la madre de la niña.

Es este un film de escenas memorables (algunas tan arraigadas en la sociedad que incluso se parodian cada dos por tres en espectáculos pseudo humorísticos), como la del vómito verde, la del giro completo de la cabeza de la niña, la de la famosísima frase «mira lo que hace la cochina de tu hija», o la llegada del padre Merrin a la casa envuelta en neblina… Pero más que eso, es una película redonda, un clásico más allá de décadas o revisiones. Incluso la música de Mike Oldfield, que en su día algunos pensábamos que no casaba con el conjunto de imágenes, hoy en día está grabada en nuestro inconsciente como una de las más evocadoras melodías de la historia del cine.

Una película, en definitiva, que trata el tema de la fe y el confrontamiento entre el Bien y el Mal de un modo extremadamente serio, sin chistecillos a lo largo del metraje que rebajen la tensión. Se trata, ante todo, de un drama familiar antes que cualquier otra cosa. Aparte de ser una película de terror que en la fecha de su estreno, allá por 1973, impactó sobremanera a una sociedad no tan acostumbrada como la actual a los temas escabrosos (recordemos sin ir más lejos la polémica conducta sexual de Regan, una niña de doce años), pero que con el paso de los años no ha perdido ni un ápice de su fuerza.

(…)

Bibliografía

El exorcista, por William Peter Blatty; traducción, Raquel Albornoz. Barcelona: Ediciones B, 1996. Colección VIB nº 135/1. Traducción de: The Exorcist.

Un film: El exorcista. De la novela al guión…, por William Peter Blatty; traducción de J. Ferrer Aleu. Esplugas de Llobregat (Barcelona): Plaza & Janés, 1975. Colección Manantial v. 1.

Denis Montejo (Vitoria, España)

http://www.pasadizo.com/peliculas2.jhtml?cod=343&sec=1

el-exorcista